Capitulo XLIX

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— Pues si quieren ir a darle de comer a los patos, pueden hacerlo —propone Rosario con una sonrisa mientras terminamos de tomar el desayuno en la mesa de la hacienda de mi padre.

Solo nos encontramos nosotros cuatro con Robert.

— Que linda, pero paso la oferta —contesto relajadamente bebiendo de mi jugo de naranja. Odio darle de comer a esos patos, me dan miedo y luego me comienzan a corretear por todo el jardín.

— ¡Sería divertido! —exclama Rosario con una mueca. Divertido para ella, no para mi.

— Divertido es verme correr por todo el jardín porque quieren picotearme —alego cuando las puertas de la mansión se abren dándole paso a mi abuela. Suele venir con regularidad aún cuando evita ver los retratos familiares.

— Buenos días —saluda ella tomando asiento al lado de Clara. Hoy luce un traje Christian Dior color avellana. Esa mujer nunca luce desarreglada.

— Selene, ¿Gustas acompañarnos con el desayunar? Puedo preparar lo que quieras en cinco minutos —pregunta Rosario amablemente.

— No Rosario, muchas gracias, ya he desayunado en mi casa —contesta mi abuela sonriéndole. Rosario y Robert son las únicas personas que le caen bien luego de su familia, ya que ellos son como de la familia, todos los Montesinos los queremos demasiado—. Tengo una pregunta.. —se dirige mi abuela a nosotras seriamente, confundiéndome al ver su rostro.

— ¿Si? —pregunta Clara confusa.

— ¿Qué tan importantes son los Cambar para ustedes? —pregunta y no entiendo el motivo, dado que ya se lo habíamos explicado.

— Muy importantes —aseguro apartando mi comida para ponerle toda la atención.

— Si se diera la oportunidad.. ¿Expondrían su vida por ellos? —vuelve a preguntar. Hasta Rosario tiene el ceño fruncido porque no entiende el motivo de sus preguntas—. Necesito respuestas serias, no estupideces de los amamos, y daríamos nuestra vida por ellos, necesito que sean completamente sinceras conmigo.

— ¿Qué pasó? —siento un amargo sabor en la boca, ya que si mi abuela está haciendo este tipo de preguntas, es por alguna razón.

— Responde primero, ¿Expondrían su vida por ellos?

— Sí, la expondría —contesto sin titubear cuando sus ojos se posan en los míos tratando de examinarme la mirada. Su mirada es intimidante, parecida a la de Marcos, pero trato de no apartársela para que vea que no miento.

— ¿Tú, Clara? —pregunta posando su mirada en ella.

Clara traga grueso, puesto que la mirada de mi abuela a ella si le afecta, pero de igual forma contesta—. Sí abuela, lo haría.

Mi abuela suspira bebiendo de mi vaso de jugo, para luego carraspear con la garganta—. Me ha llegado la información de que una emboscada está a punto de ser llevada a cabo en su contra protagonizada por los Smirnova en Tamaulipas México, han provocado problemas en una empresa que les pertenece para llamar su atención y así se vean obligados a viajar hacia allá, en cuanto salgan de ese lugar y tengan que cruzar el bosque, serán emboscados.

Eso logra tensarme por completo secándome la boca, tomo mi celular para marcar el número de Asher y avisarle pero mi abuela me detiene—. Tengo que avisarles —alego.

— No puedes, sus celulares están intervenidos, en cuanto llames a alguno de ellos, sabrán la dirección de mi casa y vendrán a matarnos a todos —truena quitándome el celular para apagarlo. Mientras yo pienso en algo rápido.

Un dulce peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora