Capitulo XLIV

239 18 4
                                    


Los once nos encontramos alrededor de la mesa cenando las panquecas que cocino Emiliana. De todos, ella es la que mejor cocina, aún cuando se le da fatal hacerlo.

Además, ¿Quién cena hot cakes?

— Deberíamos contratar a una empleada de servicio que sepa cocinar —propone Javier. Ese tema ya está hablado pero cada que comemos algo que tenemos que hacer nosotros, vuelve a sacarlo a la luz.

— También que sepa hacer tu cama, y de paso, que esté dispuesta a ser asesinada si algo sucede —contesta Marcos sarcásticamente comiendo como si no hubiera un mañana, a él realmente no le importa que comamos con tal de que sea comida.

— Es peligroso —alega Emilio.

— Entonces que sea la hermana de un escolta.. Que se yo —murmura Javier—. ¡Nadie sabe cocinar en esta casa!

— Cállate y trágate lo que cocine porque no deje de ver mi serie solo para escuchar tus quejas —contesta Emiliana de forma tajante—. Además, ese no es nuestro principal problema ahora.

Ahora teníamos un nuevo problema.

Venezuela.

Tenemos que ir a las selvas para averiguar cómo está la producción de droga y por qué nos siguen dando la misma porción siendo que la producción por la época ha aumentado. Es probable que nos estén traicionando.

No tendríamos ese problema ahora de no ser porque lo estuvimos aplazando todo el tiempo, ahora estamos obligados a ir, al menos unos de nosotros.

— Yo no quiero ir, yo me quiero quedar, acabo de estar herida y no puedo permitir que me vuelvan a herir —alega Vanessa. Lo cierto es que nadie quiere ir, pero algunos tendrán que hacerlo.

— Pues yo tampoco quiero ir a la selva, y una mierda, vayan ustedes —alega Marcos.

— Yo también estoy herido, no voy —contesta Asher. Mentiroso, su herida ya ni siquiera tiene cicatriz.

— Has dicho que ya estabas mejor —le recuerda Julio de mala gana y este lo asesina con la mirada—. Excusas mediocres a otro lado.

— Yo si estoy mal, y no voy a ir a arriesgarme así me encante la selva —contesta Emiliana, quien ha dejado de utilizar muletas, pero sigue herida.

— Entonces no es justo que unos tengamos que ir y otros no, siendo que nadie quiere ir —alega Megan dejando de comer—. Son cuatro días en una selva de mierda.

— Lo justo es dividirnos a la mitad y hacerlo a la suerte, una mitad se queda y la otra se va —propone Emilio—. Sin quejas.

— Once es un número impar.. —recuerda Valentina.

— Los seis con una suerte de mierda se van, y los otros cinco nos quedamos —asegura Marcos convencido de su suerte.

— ¿Cómo lo vamos a rifar? —pregunta Julio.

— La ruleta, es lo justo —afirma Emilio, levantándose por ella, es la ruleta que siempre utilizamos para decidir los equipos en el entrenamiento. Una vez la coloca en un lugar donde todos podamos verla, la mayoría deja de comer—. Los primeros seis que salgan..

— Se van hoy antes de la media noche, sin quejas ni reclamos —advierte Asher y todos asienten en aprobación.

— ¡Yo quiero mover la ruleta! Soy la más justa y honesta de todos —se ofrece Valentina y nadie reclama, puesto que ella es incapaz de hacer trampa.

Gira la ruleta con demasiada fuerza.

La ruleta no deja de girar con nuestros nombres puestos en ella..

Un dulce peligroWhere stories live. Discover now