☣CAPÍTULO 7☣

56 6 1
                                    

❖

Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.



         Me siento a la orilla de la plataforma hasta que la noche cae por completo. He hecho en mi mente una meticulosa lista de las cosas que quiero preguntarle a Glenn:

         1. ¿Quiénes eran esas personas y por qué te querían matar?

         2. ¿A quién se referían cuando hablaban del jefe?

         3. ¿Por qué te han llamado Hunter?

         4. Cuando dijiste que "tienes dos hermanos", ¿te referías a que aún están vivos?

         5. Y si es así, ¿dónde están? ¿Acaso los estás buscando?

         6. ¿Por qué estás solo, y por qué quieres continuar así?

         7. ¿Cómo apareciste aquella noche en el edificio, si cuando cinco minutos atrás no estabas?

         8. ¿Tuviste algo que ver con el estruendo de aquella misma noche?

         Sin contar todas las demás dudas menores que surgen a cada momento. Pero me debato internamente, porque no tengo ni idea de cómo preguntárselo todo. Sólo tengo segura una cosa: es imposible que él responda directamente una pregunta personal, y eso me hace dudar más. ¿Cómo puedo confiar en Glenn si no sé apenas nada de él?

         De cualquier forma, se marchará antes de que me dé cuenta. Entonces, ¿para qué molestarse en conocerlo? Y, sin embargo, creo que la respuesta inmediata me irrita aún más. Porque él llama mi atención.

         Estoy sumida en mis pensamientos cuando Glenn se acerca y llama mi atención. Me extiende un mango, de los que recogió del árbol camino aquí. Lo miro y él levanta una ceja.

         —Toma. Tienes que comer —se limita a decir.

         Cojo la fruta con recelo, pero no puedo evitar comerla con desesperación. Él se sienta justo frente a mí, pero cuando nota mi forma de comer levanta una ceja. Yo me encojo de hombros y continúo comiendo.

         —No había comido fruta desde que escapamos de casa, hace más de un año —hablo con la boca llena.

         Él desvía la mirada, pero yo lo observo de soslayo. Vaya... tiene un perfil casi perfecto.

         —Glenn, ¿por qué nunca te veo comer? —me atrevo a preguntar en un arrebato de valor.

         —Porque no hay mucho que comer en estas condiciones.

         Termino la fruta y me limpio las manos con mi ropa.

         —Y te quitas la comida para dármela a mí —reflexiono.

HOSPEDANTES ©Onde as histórias ganham vida. Descobre agora