☣CAPÍTULO 40☣

25 3 0
                                    

❖

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



         Como si todo se repitiera en una especie de vórtice temporal, la presencia de Dale me hace ser consciente de la situación con una perspectiva completamente distinta. Y todo me parece de nuevo aterrador.

         —Dale —pronuncio como un suspiro.

         —Rápido —me urge—, hay que salir de aquí.

         Alcanza mi manga para tirar de mí. Retengo un alarido de dolor cuando muevo el hombro para apoyarme al salir. Dale contempla mi herida con extrañeza.

         —¿Qué rayos te hicieron?

         Observo las heridas y moretones que todavía surcan su rostro y me digo a mí misma que no es momento de autoconmiseración.

         —Nada que vaya a matarme.

         —¿¡Te mordieron!? —suelta alarmado.

         —¡No! Es... No es eso. Es complicado, pero no... Yo no estoy...

         Una explosión al otro lado del coche me hace callar. Nos miramos de nuevo con incertidumbre.

         —Está bien, te creo —apremia—. Ahora corre.

         Me desata las muñecas y ambos corremos tomados de la mano hacia el sendero de la carretera, pero antes de lograr escapar alguien tira de Dale, latigueándonos hacia atrás.

         Caigo de espaldas, perdiendo la mano de Dale, y el dolor en mi hombro se vuelve desgarrador. Me invade un mareo que me nubla la vista por incontables segundos. Para cuando consigo recobrar la consciencia veo a Goran a lo lejos avanzando hacia Dale con una roca en la mano. El chico se sujeta de la llanta del camión para intentar ponerse en pie después de haber recibido una paliza. Sin pensarlo demasiado corro hacia Goran para intentar detenerlo, pero él se gira antes de que lo alcance y me asesta una patada en la boca del estómago.

         Caigo de nuevo y esta vez sin aliento. Abro la boca, pero no tengo voz ni puedo moverme. Sólo puedo observar cómo Dale logra ponerse en pie para soltarle un puñetazo al grandulón. Goran apenas da un paso hacia atrás, dejando caer la piedra, pero a cambio le propina otro golpe tan bestial que lo tumba de nuevo.

         Yo consigo recuperar lentamente el aire, pero Goran me alcanza en dos zancadas y sujetando mi cabello enmarañado me arrastra sin piedad consigo. Me aferro a su puño, llorando sin fuerzas. La mezcla de dolores me supera. Me siento desfallecer.

         El maldito pone su pie sobre la cabeza de Dale, hundiendo su cara en la tierra.

         —Después de ustedes voy a cogerles tal asco a los humanos... —masculla.

HOSPEDANTES ©Where stories live. Discover now