☣CAPÍTULO 8☣

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         La mirilla del arma es angosta y el cañón es pesado y demasiado largo. Me siento como una niña jugando con artefactos de adultos. Apenas puedo mantener la vista fija en el objetivo, sostener el arma sin que se me caiga de las manos y colocar el dedo índice en el gatillo al mismo tiempo. Glenn me pide que contenga la respiración cuando vaya a disparar para aminorar el descalibre. Francamente, me siento completamente ridícula ahora mismo.

         Intento apuntar a uno de los andantes que están cerca, pero entre más tardo apuntando menos logro hacerlo. Creo que el peso me vencerá en cualquier momento. Entonces la mano de Glenn se posa cerca de la culata. Yo levanto la mirada algo irritada.

         —Mantente concentrada en el objetivo —me ordena sin mirarme.

         —Si me ayudas no cuenta —alego, ahogando la rabieta que emerge de mi pecho—. No sabré si puedo hacerlo yo sola.

         —No quiero ayudarte a disparar. —Sonríe de lado—. Quiero que no salgas disparada hacia atrás cuando aprietes el gatillo.

         Acomoda sus manos, una sujetando la culata del arma y la otra sobre mi hombro. Se acerca demasiado. Puedo percibir su aroma natural, su respiración pausada y por el rabillo del ojo veo su leve sonrisa ladeada mientras continúa concentrado. El problema es que yo ahora estoy completamente desconcentrada. Siento cómo su enorme cuerpo se posa tras de mí y me provoca escalofríos.

         —Venga —suelta de pronto—, es para hoy. —Me mira por fin, impaciente.

         Su dura mirada me obliga a esclarecer la cabeza y volver a concentrarme. Fijo la vista lo mejor que puedo y después de aspirar profundo consigo dejar de temblar un poco. Sé que no conseguiré algo mejor que eso, así que me armo de valor y aprieto el gatillo.

         El estruendo ensordecedor me turba los sentidos, mientras el retroceso del arma me golpea sin piedad y me lanza contra el pecho de Glenn. Él da un paso hacia atrás para amortiguar mi golpe. El arma se me cae de las manos sobre la orilla de la plataforma, resbalando y cayendo diez metros hacia el suelo, estampándose contra el pavimento y haciendo estallar las balas en todas direcciones. Una de ellas choca contra el espectacular que nos cubre y Glenn me rodea en un acto reflejo para protegerme. Mis sentidos se agudizan en un instante, pero sé que no es por la bala que resuena a nuestro lado, sino por los fuertes brazos que me rodean por completo. Me resulta casi increíble darme cuenta de la dureza de cada uno de sus músculos. A pesar de no ser robusto, todo su cuerpo es duro como una roca.

         Glenn mira hacia abajo y yo lo imito. Diviso un grupo de zombies que se aglomeran debajo de nosotros, atraídos por el estruendo. Entre ellos está al que había apuntado. Luego dirijo la mirada hacia Glenn y él me la devuelve, aun apresándome en sus brazos.

HOSPEDANTES ©Where stories live. Discover now