☣CAPÍTULO 19☣

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         Tirito a pesar de que no hace frío. La causa es el gruñido que se escucha en el pasillo. Miro el llavero que Glenn le dejó a Dale sobre la mesa. Es demasiado tarde para recordar que debíamos cerrar la puerta trasera.

         Nadie hace un solo ruido. Lottie se encoge junto a la ventana, Dale sujeta el hocico de Mila para silenciar sus gruñidos, y Elliot duerme en su mecedora sobre el sofá. Aun así, nuestros pensamientos parecen coordinarse.

         Soy yo la que se pone en pie y se dirige lentamente al pasillo, mientras saco mi navaja. No es gran cosa, pero soy la única que tiene un arma ahora mismo. Todas las demás están en la habitación del pasillo.

         Al asomarme me topo de espaldas con el zombie errabundo. Me acerco con sigilo, pero entonces aparece otro desde el baño, fastidiando mi plan. Me quedo oculta tras una cajonera, esperando un mejor momento para atacar, cuando Dale aparece desde la esquina del pasillo, ocultándose con un cuchillo en las manos. Me reconforta un poco su presencia.

         Después de un rato uno de los andantes vuelve a entrar al baño y yo aprovecho para atacar. Una puñalada en la cabeza lo hace caer en seco. Levanto la vista para acorralar al del baño, pero me encuentro de frente con un tercero, que aparece en el marco de la puerta y me mira famélico. Me quedo helada por un segundo, antes de sentir la mano de Dale ceñirse a la mía y alejarme hacia la sala. El zombie gruñe y ambos comienzan a seguirnos.

         Dale consigue asestar a uno, pero nos percatamos con horror de que empiezan a entrar cada vez más. Terminamos acorralados en el salón, con la mesa como barricada.

         —Son demasiados —vocifera Dale mientras intenta mantenerlos al margen—. Tenemos que salir de aquí.

         —¿De la casa? —me escandalizo.

         —No vamos a poder sacarlos a ellos. No sin armas.

         La idea me inquieta, pero al no ver otra solución, me encamino con Lottie hasta la puerta. A la salida del edificio nos topamos de frente con otro zombie. Consigo apartarlo y Dale lo remata.

         Atrapados, nos vemos obligados a subir al tercer piso, donde encontramos una puerta a medio derrumbar que Dale consigue tirar a patadas. Nos adentramos al departamento y tapiamos con prisa la entrada, sujetando la puerta desvencijada con muebles y bultos. Los andantes cuelan manos entre las ranuras, pero son incapaces de atravesar nuestra muralla.

         Entonces conseguimos relajarnos un poco. Todos estamos a salvo, pero hemos perdido todo.

         —No va a aguantar demasiado —comenta Dale, sentándose—. Debemos pensar en algo.

         —Estamos atrapados —gimotea Lottie, aferrándose a Elliot, que parece desconcertado—. Es cuestión de tiempo para que venzan la puerta.

HOSPEDANTES ©Where stories live. Discover now