☣CAPÍTULO 32☣

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         Mantenerse en pie durante dos horas, en un espacio estrecho y sin posibilidad de hacer ningún movimiento o sonido debe ser considerado una tortura. Mis piernas están entumecidas, mi espalda agarrotada y todo mi cuerpo duele hasta los huesos.

         A través del espacio entre las puertas del armario se filtran los rayos del atardecer desde la ventana.

         Frente a mí, mi acompañante descansa la frente sobre el antebrazo apoyado en el armario. Levanto la cabeza, con el cuello adolorido, y me encuentro con su mirada exhausta.

         El tiempo se ha desvanecido en un momento eterno, mientras los canturreos de nuestro carcelero no cesan ni se alejan, condenándonos a un futuro incierto. Con cada minuto que pasa nuestro ánimo decae, nuestras esperanzas se evaporan y la necesidad de lanzarse a la muerte para terminar con la espera tortuosa se hace más latente. Ambos estamos al borde del hartazgo, resistiendo sólo un minuto más.

         Lo miro a los ojos sin miedo, sin el recelo que sentí hace dos horas cuando entramos aquí y no queríamos ni rozarnos. Ahora mis piernas descansan entre las suyas, incapaces de mantener la compostura por encima del pudor. En el silencio sus ojos se han convertido en un lugar seguro, la calma que me recompone cuando siento que el tiempo se evapora sin remedio y mi mente me conduce a la desesperanza.

         Me ensimismo sin querer en sus ojos caídos que brillan como dos piezas de ámbar al fulgor del atardecer y en mi mente distraída delineo el contorno de su nariz larga y recta, de sus labios curvos y rosados, de su mandíbula afilada y su cuello amplio coronado por su nuez.

         El calor invade mis mejillas cuando soy consciente de que estoy admirando descaradamente su belleza. Es una idea que nunca me había atrevido a explorar, pero que había estado allí desde hace mucho tiempo: la belleza de Glenn me parece tan basta que muchas veces me ha dejado sin aliento. Siempre lo atribuyo a su carácter difícil, al miedo y respeto que impone, pero lo cierto es que, siendo honesta conmigo misma, la culpa también es de su físico, al cual no soy tan inmune como me gustaría creer.

         No significa que me guste o que lo vea de alguna forma romántica. Supongo que no es necesario que alguien te interese de esa forma para admitir que es atractivo. Hace tiempo la idea de halagarlo de esa forma me hubiese parecido chocante, pero algo en el camino ha cambiado. Ahora creo que le tengo cierto... ¿estima, respeto, cariño?

         No estoy segura de lo que es. No se siente como el cariño que le tengo a Dale o a Lottie. No es un sentimiento dulce y apacible. Es un sentimiento explosivo.

         Mierda...

         ¿Por qué estoy pensando en todo esto?

         Me doy cuenta de que su mirada también se ha perdido en mí. Me analiza del mismo modo que yo lo hago, pero es imposible descifrar lo que pasa por su mente. No puedo ni siquiera hacer conjeturas sobre lo que él siente, lo que piensa de mí, lo que todo esto significa para él.

HOSPEDANTES ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora