☣CAPÍTULO 12☣

52 8 0
                                    

❖

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



         —¡Perritos! —suelto con entusiasmo cuando entramos en la habitación. Un grupo de cachorros enanos dormitan al lado de una perra golden retriever.

         —Tienen apenas un mes —explica el chico.

         Me arrodillo frente a ellos, con una sonrisa. Son cinco en total. No puedo evitar soltar una expresión de ternura. El chico se pone a mi lado y acaricia la cabeza de la perra. Lo observo con detenimiento. Es guapo, de alrededor de unos quince años, delgado, con cabellos rizados y negros que cubren su frente, y ojos azules, algo más oscuros que los míos. Me sonrojo cuando su mirada recae en mí de vuelta.

         —¿Es por ellos que estás atrincherado en esta casa? —pregunto para desviar su atención.

         Él asiente.

         —Estuve aquí desde el inicio, junto a algunos amigos, pero con el tiempo me quedé solo. —Se encoge de hombros—. Mila fue la única compañía que me quedó.

         —Lo siento mucho.

         —Está bien. —Se distrae con los perritos—. Estoy acostumbrado a la soledad, pero en realidad Mila siempre fue mi mejor amiga. No hubiera soportado tanto sin ella.

         Mila me escudriña, moviendo la nariz en mi dirección, y luego se vuelve a tumbar.

         —Pues has estado muy bien acompañado —le sonrío.

         —Sí. —Me devuelve la sonrisa—. Hace unos meses perdí a Argon, su pareja, pero nos dejó un regalo antes de irse. —Señala a los cachorros con su cabeza—. Por eso te entiendo. Sé lo que es perder a un compañero canino.

         Bajo la cabeza, abochornada. Ahora me siento mal por todo el paripé que monté antes.

         —Sí... es realmente doloroso.

         Él suspira y se pone de pie, recobrando la sangre fría.

         —Escucha, ¿eh...?

         Me levanto de un salto.

         —Meryl. —Le sonrío otra vez—. Y él es Glenn. —Señalo al tipo enorme que nos observa desde la puerta con los brazos cruzados.

         —Meryl —asiente—. No suelo admitir visitas, pero veo que son pacíficos. Tengo algo de comida de sobra y un par de habitaciones disponibles. Incluso agua caliente. Pueden quedarse unos días, pero... —Se gira hacia Glenn con determinación—. Tengo que asegurarme de que no me clavarán la daga por la espalda.

         Glenn alza una ceja y abre la boca pero, antes de que pueda soltar algo petulante, intervengo.

         —¿Cómo podemos hacer eso?

HOSPEDANTES ©Where stories live. Discover now