☣CAPÍTULO 28☣

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         Habíamos tenido suerte de que no lloviera en todo el día, pero el crepúsculo se acerca y con él la peligrosa oscuridad de la noche. Dale no se había apartado ni un segundo de su puesto de vigilancia, por lo que me había tocado a mí llevar a Mila a dar una vuelta para que pudiera hacer sus necesidades.

         Nos alejamos unos doscientos metros antes de que ella se decidiera por un lugar. Mientras la espero avanzo otros cuantos metros, contemplando distraídamente los tonos rojizos del cielo, cuando el sonido inconfundible de un auto de gran tamaño se escucha tan cerca que mi reacción inmediata es agacharme y esconderme entre la maleza.

         Entonces los veo. Acercándose desde la carretera, un auto de gran tamaño cruza la zona arbolada para detenerse cerca de la colina. De él descienden tres hombres de aspecto intimidante, armados hasta las cejas y con cara de pocos amigos.

         —¿Seguro que lo viste aquí? —farfulla uno de ellos.

         —Que sí, hombre —responde otro.

         —¿Estás seguro de que era él?

         —Bueno, no es un tipo que confundas fácilmente.

         —Tiene que estar muy cerca. Mantengan los ojos abiertos.

         —¿Y la chica? —una voz grave se escucha desde el interior del auto y enseguida otro hombre sale de éste—. ¿Lo viste con ella?

         La respiración se me corta por unos segundos cuando reconozco al sujeto. Su piel morena, su cuerpo robusto y su voz profunda me resultan inconfundibles. Es aquel hombre que me secuestró hace tiempo, el amigo de Jared, el que juró asesinarme en cuanto volviera a verme.

         —No, estaba solo. Seguro que ella debe andar cerca.

         —No te preocupes por ella, es solo una humana cualquiera. Sin él no podrá sobrevivir ni cinco minutos sola. La encontraremos en cuanto lo tengamos a él.

         —Me importa una mierda jugar al escondite con Hunter. —El sujeto al que tanto temo de pronto se encara con uno de ellos, intimidante y amenazador—. Lo que yo quiero es ver rodar la cabeza de la chica —sisea.

         —Y la tendrás. —Otro de sus compañeros le hace frente con suma calma—. No comas ansias, Gor. Primero es lo primero.

         El tipo se queda estático un momento antes de alejarse del otro hombre y empezar a andar hacia el frente con su arma en las manos.

         —Acabemos de una maldita vez con esto —gruñe con fastidio, dándoles la espalda a los demás.

         Sus compañeros se apresuran a seguirlo, dirigiéndose hacia la entrada de los edificios que se encuentran frente a la colina.

HOSPEDANTES ©Where stories live. Discover now