☣CAPÍTULO 21☣

51 1 0
                                    

❖

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


         Cuando Glenn pasa un trapo por mi cabeza y hace presión me revuelvo de dolor.

         —Duele, ¡duele! —exclamo, tratando de apartarlo.

         —Cierra la boca y agradece que estás viva. —Sujeta con fuerza mi mandíbula para que no huya.

         Aprieto los dientes mientras siento las punzadas. Frente a mí hay una charola llena de gasas ensangrentadas. Mierda, pues sí que me he roto bien la cabeza.

         Cuando suelto otro quejido Mila se pone a gruñir.

         —Oh, ¿te vas a poner protectora ahora, perra tonta? —Se aparta por fin, luego de colocar entre mis cabellos una gasa limpia.

         Mila se le acerca mostrando los dientes, pero Glenn, que se tumba a mi lado, le sujeta del hocico y comienza a frotarle la cabeza, provocando que mueva el rabo.

         —Te ha cogido cariño, ¿eh? —comenta mientras ella se acomoda entre sus piernas.

         —A ti también —contesto con una media sonrisa.

         Él suelta una risita ronca, sin levantar la mirada.

         —En cualquier caso, es mejor compañía que cualquier humano.

         —No me sorprende. —Pongo los ojos en blanco.

         En realidad, no me cuesta trabajo imaginar a Glenn con un perro como única compañía por el mundo. Creo que incluso le pega.

         Observo por unos minutos su semblante relajado mientras Mila se le restriega sin ningún reparo. Me resulta fascinante verlo hacer algo tan normal y corriente como acariciar un perro. Todo su cuerpo relajado, garboso e imponente me causa una sensación de bienestar y tranquilidad. Sólo entonces soy consciente de lo mucho que temí no volver a verlo, pensar que estuviera muerto y que su presencia abrumadora se esfumara, dejándonos a la deriva en este mundo. La verdad es que me he acostumbrado a su protección.

         —¿Qué? —su voz profunda me saca de mis pensamientos.

         —¿Qué? —repito por inercia, reaccionando lento.

         —Me observas como si cavilaras algo, me vas a atravesar con esa mirada inquisidora. —Por fin levanta la vista hacia mí, demandante—. Escúpelo.

         —No es nada. —Y yo tengo que bajar la mía, intimidada—. Sólo pensaba que... Bueno, me alegra que nos hayas encontrado a tiempo.

         No pienso decirle que lo había extrañado, se reiría en mi cara.

         —No lo hice. —Frunce el ceño con impotencia—. Pude haber llegado antes de que te partieras la cabeza.

         Su tacto sobre mi cabello me desorienta. Sigo teniendo ligeros mareos a pesar del medicamento. Él retira la mano enseguida, advirtiendo mi gesto de dolor.

HOSPEDANTES ©Where stories live. Discover now