☣CAPÍTULO 18☣

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         Los días menguan el ambiente impersonal. Ahora estamos lejos de tratarnos como extraños. A pesar del espacio reducido, nuestra dinámica se vuelve acompasada.

         Todos los días ayudo a Lottie a cocinar. Ella me enseña a preparar deliciosos platos con ingredientes simples. Dale, por su parte, ayuda con el auto. O más bien, observa la labor.

         Cuando Lottie me manda a llamarlos para el desayuno, salgo por la puerta trasera hacia una especie de patio improvisado, rodeado de una muralla alta que resguarda la furgoneta en mantenimiento. Allí, Bernard examina el cofre mientras Glenn mueve cosas desde el tablero. Dale sigue todos sus movimientos, sirviendo como ayudante y escuchando sus explicaciones técnicas.

         Me parece tan interesante verlos ocupados en ello que termino armándome de valor y me acerco a Glenn, quien me mira extrañado desde el piso del auto, para pedirle que me deje ayudar igual que a Dale.

         Error.

         Comenzamos a pelear por todo lo que hago mal y todo lo que él no me explica bien, y entre rabietas y discusiones termino hundiendo el embrague y una pieza de resorte se rompe tras el capó.

         —¿Cómo puedes ser tan tonta? —masculla exasperado.

         —¡Pues tú eres un completo idiota, y nadie te dice nada! —alzo la voz.

         —Por tu culpa vamos a tardar más tiempo en salir de aquí.

         —Es todo culpa tuya.

         —¿Por qué demonios es mi culpa?

         —¡Eres un pésimo maestro!

         —¡Tú eres una pésima alumna!

         Seguimos discutiendo acaloradamente un buen rato hasta que, exhausta, me doy la vuelta y vuelvo a la casa. Entro al baño y me dedico a limpiar las manchas de grasa de mi cara y ropa mientras mascullo un sin fin de improperios hacia Glenn. Decididamente, no lo soporto. Tiene la capacidad de encrespar mis nervios en dos segundos.

         Cuando salgo del baño descubro a Lottie yendo hacia el patio con una charola de vasos con agua de sabor. La sigo y veo cómo reparte vasos a todos, incluido Glenn, a quien le extiende una dulce sonrisa y a la que él responde con otra menos amplia, pero con un ligero sonrojo. Me quedo atónita, con la boca abierta.

         ¡Glenn se sonrojó! Fue tenue y casi imperceptible, pero lo hizo. ¡Lo hizo! Y su expresión se había tornado casi dulce por unos segundos.

         Cuando Lottie vuelve dentro la tomo de los hombros, tal vez con demasiada brusquedad, y la acorralo contra una pared.

         —¿Cómo lo hiciste? —le urjo.

HOSPEDANTES ©Where stories live. Discover now