XXXIV - Congelado

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Larimar e Iris ahora van lo más rápido que pueden, sorteando grandes rocas con algunos árboles de tronco delgado y escasas hojas

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Larimar e Iris ahora van lo más rápido que pueden, sorteando grandes rocas con algunos árboles de tronco delgado y escasas hojas.

—Veo que lo extraño viene de familia —dice tratando de liberar tensión, pero se percata de que suena rudo—, lo siento, no quise ser grosero.

—Está bien, sé que soy extraña, pero no siento que sea malo, si mamá era como yo, saber que puedo entenderla a través de mí, me hace más que feliz y ahora también mi abuela.

—Tienes razón, no es nada malo, también lo soy, al guardar esta esperanza por tantos años, ahora es como si una luz iluminara mi camino, veo todo más claro, pero también me causa miedo. —Resopla con la nariz—, el destino tiene las bromas más difíciles de entender. —Se detiene e impide que pase Iris—, espera, ya llegamos, a partir de aquí mantente detrás de mí, si creen que atacaremos, pueden tratar de defenderse con magia de combate y herirte.

La joven se coloca a sus espaldas y se sujeta de la ropa. Después de pasar al lado de una gran roca, Larimar levanta las manos y muestra sus palmas al frente. Un hombre alerta a su líder y éste le dice que no ataquen. Una voz femenina proviene de la espalda del hombre, él la reconoce al instante y la llama. Ella asoma su cabeza por un costado, al verlo corre hacia él, coloca sus manos en las de Rufo que la reciben con un poco de desconcierto, como si no creyera que es ella.

—¿Estás bien? —inquiere e intenta ver si tiene alguna herida.

—No estoy lastimada, Larimar ha estado cuidándome... —explica señalando a su acompañante.

—No esperaba que tú en particular la trajeras —expresa con rudeza.

—¿Lo conoces? —inquiere al sentir la tensión en su amigo.

—No, solo sé que él es quien controló a Ángel.

—Descuida, solo vine a entregar a la niña, es la respuesta de mi señor, no nos volveremos a ver.

—Espera —interviene ella al ver que intenta irse— ¿olvida la razón por la que acepté venir aquí?

—¿De qué hablas Iris? —inquiere sorprendido Rufo.

Larimar detiene su paso pero no voltea y aprieta los puños.

—Rufo, tengo muchas preguntas pero no tengo tiempo ¿Ángel está...? —cuestiona Iris.

—Vivo, aunque fue difícil que se recuperara de la paliza que esos tipos le dieron. Ahora está en Zafiro por órdenes del Sr. Russeus...

Iris hace una expresión de frustración temiendo que rechacen ayudar, pero no podía darse el lujo de dudar.

—Necesito tu ayuda...

—Claro ¿En qué?

Ella suspira e inmediatamente se pone seria.

AngelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora