XXXVII - Reencuentro

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Llegada la tarde Lea detecta que alguien se acerca y en especial reconoce los pasos de uno

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Llegada la tarde Lea detecta que alguien se acerca y en especial reconoce los pasos de uno. Se transforma en águila y deja salir uno de sus chillidos singulares mientras vuela muy veloz hasta Sappheiros, quien la nota de inmediato, deja que se pose en su brazo y la acaricia con la otra mano.

Ángel no reaccionó tan rápido por lo que tardó un poco más en llegar y aterrizó a varios pasos de distancia del grupo. Iris lo ve y corre hacia él abrazándolo sin dudar, él la recibe casi sin creerlo pero igual le devuelve el abrazo. Se deja llevar por la alegría de lo que siente al tenerla en sus brazos pero pronto levanta la mirada y todos tienen sus ojos puestos en ellos, esto le hace sentir consciente de que se malinterprete por lo que se separa suavemente tomándola de los hombros. La pregunta obvia sobre su estado sale de sus labios y al escuchar la respuesta se alivia un poco la tensión que siente.

—Pero... estás bastante golpeada —un tinte de furia recorre su cuerpo, lo obliga a mirar al que considera autor de todo el caos que han tenido que pasar—. ¡No comprendo! ¡¿Cuál puede ser su motivo para hacer esto?!

Sappheiros y sus vasallos se hunden en silencio; Iris se cuelga de su alterado amigo insistiendo en que espere un poco. Rufo opta por acercarse.

—Entiendo que estás molesto, también lo estoy, pero te aseguro que tienes que escuchar algo importante. Debemos buscar un lugar más oculto, pasaremos la noche afuera.

—¿Por qué necesitamos tanto tiempo?

—Tenemos que tocar varios temas, pero será después del más importante. Iris es mejor que se aparten los tres del grupo.

—No sé si es buena idea que vaya...

—Sin ti este tonto mocoso no escuchará, es mas testarudo de lo que te deja ver.

—¡Oye! —reclama el joven.

—Hablo en serio, vayan.

Sappheiros observa de lejos la interacción entre Rufo y Ángel, para su ojo una imagen fraternal que ve lejana en el pasado. La mirada que tiene Rufo es la de un hermano mayor que protege y enseña; la del joven es de tal admiración que trata de disimularlo discutiendo; el lazo que le fue robado a temprana edad. Un ahogado deseo de recuperar a su hermano le invade.

A su vez Iris observa al hombre de la cicatriz, portador de una expresión de suma tristeza; un cosquilleo extraño la perturba, así que interrumpe a los dos hombres a su lado.

—Ángel, por favor ven conmigo —su tono es de suplica.

Rufo asiente y le hace una gesto con la cara para que vaya.

—Necesito que lo escuches sin alterarte —dice al tiempo que lo jala de una mano y se acercan al ojiazul.

Las palabras de aliento que salen de su amiga Lea que aún permanecía en su brazo sacan de trance a Sappheiros. Ella ha notado las intenciones de la joven y decide volar para darles espacio. El de la cicatriz les da la espalda y avanza lento. Iris vuelve a jalar a su amigo y este accede dudoso. Se retiran varios pasos; Sappheiros se detiene y vuelve a darles la cara. Esto pone en alerta al muchacho pero ella lo calma diciéndole que no se preocupe reforzado con un leve apretón en la mano.

AngelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora