III - El Cambio

165 53 123
                                    

~10 años después~

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

~10 años después~

Iris ya es una jovencita, pero aun juega en el hermoso jardín con una cuerda para saltar cuando siente que el aburrimiento está por vencerla.

Su corazón todavía es de una niña inquieta y curiosa, pero no todo es alegría, un adulto, que no es otro que su tío André llega a buscarla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su corazón todavía es de una niña inquieta y curiosa, pero no todo es alegría, un adulto, que no es otro que su tío André llega a buscarla.

—Iris, ya es hora de almorzar, sabes que a tu padre no le gusta esperar —dice con un tono de llamado de atención.

—Está bien... —responde y lo sigue renuente.

Su ánimo cae de forma abrupta conforme se acercan al comedor. Al llegar André toca la puerta y una voz grave resuena con autoridad del otro lado.

—Entren.

—Takuya, he traído a Iris... —anuncia después de abrir la puerta.

—Es tarde, pasa y siéntate —Su voz es frívola y la frase cortante dirigida hacia la joven

La orden de su padre causa gran temor en Iris, quien sin pronunciar palabra, obedece sentándose en su lugar acostumbrado, el extremo opuesto a él, para luego comenzar a comer. André se aproxima a su hermano a dar informes.

—Tío André ¿porqué no comes con nosotros como antes? —interrumpe la joven.

—... Iris, ya he almorzado, tengo un día ocupado, así que... —su tono es amable pero elusivo.

—Ja, no creo que te quite demasiado tiempo compartir momentos en familia —expresa de forma sarcástica.

—Iris, André está trabajando, es alguien muy ocupado al igual que yo, no causes atrasos en nuestro horario, come y retírate a realizar los deberes que te asignaron —Takuya concluye con voz imperante.

—¡¿Es tan malo querer convivir y conversar con mi familia para variar?! —ella pierde la compostura y levanta la voz, un sonido lleno de desesperación, acompañado de una mirada triste—, ¡fuera de mis deberes no hago nada más, no puedo salir de la mansión porque está prohibido, nunca he ido a la escuela, por lo que no tengo amigos de mi edad, no dejas que nadie se acerque a mí, ni siquiera tú, solo mi tío, me siento como una prisionera! —lágrimas comienzan a salir de sus ojos, se levanta de forma abrupta, aporreando los cubiertos en la mesa—, ¡Te odio! —se va corriendo sin terminar sus alimentos.

AngelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora