XXXVI - Similitud Parte I

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El equipo de Sappheiros se ve obligado a quedarse el resto del día y la noche acampando

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El equipo de Sappheiros se ve obligado a quedarse el resto del día y la noche acampando. Muchos imprevistos surgieron y el grupo adquirió un inesperado nuevo integrante.

Al caer la noche la mayoría se pone alrededor o cerca de la fogata que encendieron, aún hay varios heridos y deciden tomarlo con calma, como si de su última convivencia se tratara.

—¿Alguien va a explicarme qué significa esto? —cuestiona Sappheiros con tono de réplica al salir de la tienda y encontrarse con Iris y Rufo sentados cómodamente con sus hombres—. Estoy seguro de que mi memoria no es tan mala; ordené que entregaran a Iris ¿cómo es que no solo sigue aquí, sino que además se agregó el líder del grupo de Rubí?

—No pongas esa cara de villano —Larimar se levanta de su lugar y se acerca a su amigo—. Ven, siéntate con nosotros y te contaré.

—Deberíamos estar camino a Zafiro...

—Hemos esperado 11 años, ¿en qué perjudica una noche más? Por favor, mira el estado en que estamos. Además lo menos que puedes hacer es escuchar a quienes salvaron tu vida.

—No debieron hacerlo, librarse de mí es la mejor opción que tienen, aún ahora podrían...

—Oye —interrumpe su amigo—, sabes que lo único que no perdono es la falta de gratitud.

—Mi vida no vale nada, perdieron valiosos recursos y tiempo.

—¡Estoy harto! —grita Rufo. Se acerca con agresividad y le propina un puñetazo en la cara.

El golpe es lo suficientemente fuerte para derribarlo pero Larimar lo recibe antes de impactar en el suelo.

El poder de Iris se activa con su preocupación y nota un color predominante en el interior de Rufo, el rojo, aunque no es muy intenso. Al mirar en Sappheiros es casi todo gris, con espacios más oscuros, como su cabeza. No solo podía sentir lo que ellos, sino que el color que percibe parecía representar sus emociones. Extrañamente no hace ni dice nada.

—¿Ya decidiste acabar conmigo? déjame decir que con ese golpe tan débil no lo lograrás —ríe limpiándose la sangre que derrama su boca y se incorpora con dificultad.

—¡Sappheiros! no provoques una pelea donde no tiene que haberla —reprende Zircon.

—No vale la pena gastar mis energías en un cobarde como tú, es más fácil huir ¿no? —le da la espalda.

—Lo soy, por eso no merezco vivir.

—¡Tienes familia y la abandonaste una vez! —vuelve a mirarlo, se aproxima y lo toma de las ropas sacudiéndolo— ¡¿piensas hacerlo de nuevo?!

—Así que sabes lo de Ángel —dice mirando a Iris.

En ese instante, entre todo el gris ella distingue un tono rosa, pero rápidamente cambia a un intenso azul.

AngelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora