| Capítulo 07 |

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Abrió la boca por la impresión, verla actuar con tanta indiferencia lo descolocó sobremanera, pero ¿qué demonios? Primero se entregaba sin reparos y luego regresaba a su actitud distante llamándolo «señor Donnelle» como si no hubiera suspirado su nombre minutos atrás. Y no solo eso, se fue sin más, ¿iba a hacer como si no hubiera estado entre sus brazos?

Estuvo con muchas mujeres en el pasado, jamás le había sucedido algo parecido. Todas querían acostarse en la cama y tontear dando caricias vacías aunque ambos sabían que solo había sido sexo y que nunca iban a verse de nuevo. La mayoría intentaba atrasar el momento en el que se tenían que alejar, le pedían una cita y le tendían una tarjeta con su número telefónico. Muchas veces se había sentido mal porque para él no había significado nada, quizá el destino le había pagado con la misma moneda. Era una mierda.

No se atrevió ir a las oficinas porque no sabía si podría mantener sus manos en su lugar, la experiencia en el hotel fue gratificante, demasiado para su gusto. Quería repetirlo, sin duda alguna, y deseaba no pensar mucho al respecto.

Intentó topársela en el transcurso del miércoles, pero ella se la pasó encerrada, solo salió un par de horas para ir a una junta privada en la que no pudo entrar. Fue al comedor a horas distintas a las de él, oficialmente lo estaba evitando, no sabía cómo lidiar con eso. ¿Es que no le había gustado? No, no podía ser eso, siempre había sido muy cuidadoso para que sus amantes disfrutaran, ¿entonces qué? Intentó hacer memoria, tal vez había dicho algo indebido en medio de su frenesí, no obstante, no pudo recordar nada.

Solo esa mirada que le dio antes de salir del cuarto, en ese momento no pudo averiguar qué le ocurría porque estaba más perdido en sus propios pensamientos; pero había cierta melancolía que no comprendía.

—¡Basta! —se regañó mientras tecleaba frenéticamente. Las distracciones solo habían servido para alejarlo de sus obligaciones laborales, ni siquiera había contestado el correo electrónico de sus jefes. A ese ritmo acabaría siendo despedido antes de tiempo, no podía darse dicho lujo.

Terminó relajándose cuando inició una conversación de negocios con su jefe. Un hombre que había confiado ciegamente en él y que estaba muy entusiasmado con la idea de asociarse con Vinos Pemberton. Había varias empresas en el listado, los Pemberton y los Marione la encabezaban.



La mañana del jueves, se levantó a eso de las seis. Después de desperezarse, se mojó los ojos con agua fresca y se puso un atuendo deportivo, consistía en una camiseta negra, shorts y zapatillas.

Salió para hacer sus ejercicios matutinos, empezó a hacer el típico calentamiento para despertar los músculos e inició la carrera. Le empezaba a gustar mucho salir a correr en el parque que estaba a unas cuantas calles de su departamento. Desde que era un chiquillo le había gustado salir por las mañanas a ejercitarse, podía estar en paz corriendo sin que los demás interrumpieran sus diatribas, podía respirar y ser él mismo.

Sedúceme despacio © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora