| Capítulo 13 |

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—Si meneas la cuchara así conseguirás que los huevos se quemen —dijo Jay horrorizado al ver cómo raspaba el sartén con el utensilio.

Miranda le dirigió una mirada mortal.

—Si no te gusta mi técnica, ven y hazlo tú. —Dejó ir un gruñido.

No quería pelear un domingo por la mañana, así que dejó que hiciera lo que quisiera con el bendito desayuno, solo esperaba que no carbonizara el huevo.

La mujer sirvió en dos platos y arrugó la frente, él ahogó la risa en su boca porque no quería enfurecerla, parecía un león a punto de saltar para morder, se veía adorable también con esa camiseta de algodón con estampado de Star Wars.

Estaban quemados, Jayden no podía creer que no supiera preparar ni siquiera eso. Quería carcajearse, pero se ahorró las risas pues sus ojos afilados estaban esperando que riera o tirara el plato a la basura. Estaba toda malhumorada y hermosa, así que se lo comió.

—No hagas como que te agrada, es asqueroso.

No lo pudo evitar más, una risita burbujeó, la observó divertido.

—Me comeré lo que sea si tú lo preparas, corazón, solo no me envenenes.

Escuchó su bufido.

Quince minutos más tarde Miranda se metió en la ducha cerrando la puerta con llave para que el dueño del departamento, que insistía en que se ducharan juntos, no entrara. No la dejaba descansar, no es como si estuviera quejándose porque disfrutaba muchísimo de sus juegos y de cada caricia caliente que le daba, pero quería tomar el baño a solas.

Se depiló y se secó el cabello con una secadora que llevaba en el bolso, se puso su pijama que consistía en unos pantaloncillos cortos y una blusa de tirantes. Esperaba no salir a ningún lado.

Cuando salió él estaba parado detrás de la puerta, impidiendo que saliera. Tenía los labios fruncidos y el ceño tenso, ella no puedo evitar la sonrisa. Era tan guapo con esa barbilla y sus labios gruesos.

Dio un paso y rodeó su cuello con confianza, pegando su cuerpo al suyo. Inmediatamente fue invadida por una oleada de su aroma varonil.

—No te enojes, morenito, podemos disfrutar en nuestro sillón en un rato, ¿qué dices?

El mencionado respiró profundo y depositó un beso en la punta de su nariz.

—De todas formas no te perdonaré que cerraras con llave. —Hizo un puchero que le pareció adorable, estaba para comerse—. En serio, creo que me estoy haciendo adicto a tu piel.

No quería soltarlo, pero terminó haciéndolo para que pudiera bañarse. Se dirigió a la salita y se quedó parada en medio sin saber qué hacer consigo misma. Su vista paseó por todo el lugar, buscando algo para entretenerse, pero no había nada. Las paredes estaban vacías, los muebles también, todo se veía demasiado impersonal, demasiado frío.

Sedúceme despacio © ✔️Where stories live. Discover now