| Capítulo 09 |

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Apresó el interior de sus rodillas y la alzó para que lo rodeara con sus perfectos muslos que se amoldaban a su cadera. No tenía planeado otro encuentro; pero no podía negar que el descontrol de su mirada y su cabello despeinado, por no mencionar que la tenía desnuda, lo encendían bastante. Su piel era como canela y él podría saborearla siempre.

Se sentó en el sillón con ella en su regazo, hundido en su interior todavía, creando olas de placer que la hacían retorcer y a él sentirla desde la base de la espalda hasta cada rincón. Miranda gimió al sentirlo retumbando, él gruñó al sentirla apretándolo. Era estrecha y lo apresaba como un anillo.

Sus labios hinchados y rojizos lo provocaron, estiró el inferior con sus dientes y lo succionó, deleitándose con las respiraciones lentas de la morena. Sus uñas largas pintadas de color rojo las clavó en sus duros hombros, era tan sexy. Quería que lo rasguñara para que algo quedara cuando se fuera.

—Ahora vamos a hablar —dijo.

La sintió tensarse, así que la sostuvo con más fuerza. Vio el momento en el cual ella levantó las paredes a su alrededor, puso una muralla sin darle la oportunidad de impedirlo. Lo dejó del otro lado a pesar de que la tenía a unos cuantos centímetros. Percibió el cambio de temperatura, de un segundo a otro la calidez se marchó. Sus ojos chocolate eran reveladores, las emociones se atoraban ahí y no se iban, pero un manto las cubría, por lo que Jayden no podía distinguirlas con claridad.

La imaginó blandiendo una espada, lista para cortarle el cuello si se pasaba de la raya. ¡Venga! ¡No le dijo nada malo!

—¿Hablar? ¿Estás seguro de que eso es lo que quieres? —preguntó en un tono suave, como si fuera una asesina queriendo acariciar a su objetivo. Jay tragó saliva con nerviosismo cuando Miranda recorrió con sus yemas delicadas su pecho—. Podría apostar que quieres hacer cosas más interesantes.

Mandy llevó sus labios al largo de su cuello, depositó besos cortos y lamió la base de su oreja. El acto le provocó un escalofrío que lo llenó de sensaciones que en otro momento lo hubieran puesto de rodillas. Jayden cerró los párpados, rogándose autocontrol, giró la cadera y gimió al sentir que seguía atrapándolo.

—Parece que alguien está de acuerdo conmigo —ronroneó ella.

Su aliento en su oído lo hizo estremecer.

Apretó la fina cintura femenina hasta que se volvió pálida, se enterró más profundo y volvió a girar, sus estocadas eran suaves y provocadoras, Miranda se mordía los labios para no soltar los quejidos que querían emerger desde las profundidades.

—Sé lo que estás haciendo —susurró él, encajando los dedos en sus caderas y clavándola hasta el fondo una vez más. Lo recibió lanzando un gemido—. Eres tan cerrada y caliente.

—¡Ah! —La castaña se echó hacia atrás, apoyó las manos en los muslos de Donnelle, dejando al aire y a la vista sus dos pechos. Con sus palmas tomó los senos y los amasó, sus pulgares tentaron las exuberancias que se fruncieron todavía más. Esta mujer lo iba a volver adicto—. ¿Qué se supone que e-estoy haciendo?

Sedúceme despacio © ✔️حيث تعيش القصص. اكتشف الآن