| Capítulo 24 |

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Se llevó una pila de libros de la biblioteca a su habitación. Se sentó encima de su almohada y se recargó en el respaldo, soltó un suspiro antes de abrir el primer libro, llevaban un buen tiempo empolvados en el librero, creyó que como quería distraerse era buen tiempo para empezar la lectura. Para ser sinceros, no podía concentrarse, sus pensamientos seguían repitiendo la escena del juzgado.

—Se va a ir, ¿no harás nada? ¿En serio, Miranda? —Alzó la vista y se encontró a Dalilah en el umbral de su habitación. Mandy se envaró pues no le gustó la mirada de reproche que le estaba dando. No es que se quisiera hacer la víctima, de verdad le dolía que Jayden le hubiera ocultado las cosas, estaba molesta y herida, y muy en el fondo se preguntaba si su padre le habría reprochado lo que sentía por el hijo de Marione—. Tú no eres así, el hombre solo te escondió quién es su padre, siempre te apoyó, estuvo ahí contigo cada vez que algo sucedía, te demostró una y otra vez sus sentimientos, nos dio las jodidas pruebas, hizo que te devolvieran a Miguel, ¿eso no significa nada para ti?

—¡No te metas en esto, Lila, que no eres nadie para juzgarme! —exclamó, cerrando el libro de golpe—. Perseguiste a un tipo que no te quería por años y ahora que lo tienes te da miedo aceptarlo en tu vida.

—¡Yo no me escondo por los rincones! ¡Enfréntalo y supéralo! Jayden te ama, Miranda, todo lo ha hecho por ti, ama a tu hijo y Mickey lo ama a él, ¿lo habías visto así de feliz alguna vez? Él le dio cosas que su padre nunca pudo darle y nunca le dará. Lo peor de todo es que tú lo amas, estás muriéndote por detenerlo, pero prefieres esconderte en vez de ir a pelear como siempre haces. ¿Te enoja? ¡Díselo! ¡Desahógate, con un carajo! ¡Deja los malditos libros! Esos seguirán ahí, donde los dejaste, Jayden no.

Miranda explotó, las lágrimas que había estado evitando todo el día comenzaron a salir, regando sus pómulos y sus mejillas. Se cubrió el rostro con las palmas, pues no quería que nadie la viera tan perdida, sin embargo, Lila se sentó a su lado y la obligó a bajar las manos.

—Lo siento —susurró, la voz le temblaba, le sucedía mucho últimamente—. No creo poder mirarlo sin recordar lo que nos hizo su padre, es su hijo.

—Sí, Mandy, un hijo al que abandonó cuando estaba en el vientre de su madre, sufrió por su culpa, tanto que durante años creció el odio en su corazón. Aunque lleve su sangre no es un Marione y lo sabes, así como sabes que papá no era rencoroso, por Dios, no sé de dónde sacaste eso de que estaría decepcionado si estuviera aquí. Papá no le daba la espalda a nadie, estoy segura de que si Marione le hubiera pedido disculpas, también lo habría perdonado. No te obligues a odiar a la persona que amas porque sientes que es lo correcto o crees que los demás esperan que lo hagas, pues vas a ser muy infeliz. No creo que a nuestro padre le hubiera agradado la idea de que su hija no pudiera perdonar a una persona inocente.

—No sé qué hacer —dijo, su mandíbula comenzó a temblar. Dalilah masajeó su espalda haciendo círculos para tranquilizarla y darle ánimos.

Sedúceme despacio © ✔️Where stories live. Discover now