| Capítulo 15 | parte II

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Extendió el sofá cama y depositó a Miranda, se había quedado dormida minutos atrás. Se acostó a su lado y contempló su perfil delicado, sus pestañas eran largas y curvas, sus labios eran como dos cerezas rellenas de jugo y su cabello desprendía ese olor que le lanzaba un embrujo.

La miró, de verdad lo hizo, quizá por primera vez. Le sobrecogió la calidez de la emoción que lo embargó, tuvo que mirar hacia otra parte porque no podía creer que ya la llevaba en la piel y no se había dado cuenta. ¿En qué momento sucedió que no pudo detenerlo?

Ya no sabía qué importaba más: si el reciente descubrimiento, lo que le contó más temprano, o la posible reacción cuando la verdad saliera a la luz.

Concibió el sueño bien entrada la madrugada, no sin prometerse a sí mismo que se encargaría de que nunca nadie más la dañara, ni siquiera él. No iba a permitir que ese ser despreciable manchara los pedazos intactos de su alma. No importaba si salía perdiendo en el intento, así como una vez supo que todo terminaría mal para los Pemberton, ahora sabía que los Marione iban a pagar las consecuencias de sus acciones, así terminara en el fango él mismo.

La mañana siguiente fue de lo más cómica. El trasero de la morena estaba pegado a su erección matutina, ronroneó y se pegó más a su cuerpo. Mandy lanzó una risita que no alcanzó a serlo.

—¡Cariño! ¡¿Qué haces despierto tan temprano?!

Su exclamación provocó que abriera los ojos, se topó con la mirada azulada y divertida de Mickey. ¡Santo Dios! Había estado a punto de comerse a su madre mientras él estaba mirando.

La castaña se levantó como un cohete y se talló los ojos.

—¿Ustedes dos son novios? —preguntó el niño con los párpados entrecerrados.

—Ya te dije que somos amigos, Miguel —susurró su madre.

Jay apretó los labios con diversión al ver el brillo pícaro en las pupilas del chiquillo.

Sedúceme despacio © ✔️Where stories live. Discover now