23. Escombros

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Beatiful Thing - Grace VanderWall

Haven

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1 mes después...

Observo a la chica anotando el precio del jugo en la computadora, mis manos tiemblan por la paranoia de que alguien me reconocerá, aunque sé que no es posible mi cabeza me juega en contra.

Una mano se posa en mi hombro y me sobresalto, elevo la vista para visualizar a la chica que me tiende un recibo y el jugo.

―Tome señorita Leila.

―Disculpe ¿Cómo me llamo? ―pregunto confusa.

―Leila, ese es su nombre ―Asiento notando que estoy actuando como una loca, tomo el jugo y salgo apresurada de la pequeña tienda.

Observo a la distancia el sol esconderse en el horizonte dejando a su paso la oscuridad de la noche, las estrellas apenas se notan detrás de las nubes grisáceas, subo la cremallera de mi chaqueta ante el frío que me golpea, me encamino hacia la cabaña que queda a tan solo unas cuadras, pierdo mi vista en las montañas de la lejanía apreciando las luces de los pueblos.

Las ramas bajo mis pies crujen al adentrarme al bosque, sigo el pequeño sendero hasta entrar a la solitaria cabaña, dejo el jugo en la cocina y me apoyo en la encimera de mármol, mis ojos se llenan de lágrimas y un peso amenaza con ahogarme.

Aparto los pensamientos y me encamino al baño para tomar una ducha caliente, mi cuerpo me lo implora. Dejo caer las prendas al suelo que se llevan consigo un par de lágrimas, deslizo la yema de mis dedos por las cicatrices que decoran mi cuerpo y tiro de mi estorboso cabello.

El tiempo solo sirve para olvidar y acostumbrar pero este no es mi caso, los días son un tormento y cada vez siento que pasan más lento como si se burlaran de mí. Las noches las paso en vela, luchando para no caer en la inconsciencia pero siempre termino cediendo.

Al final del día las pesadillas me atacan, me destrozan y pisotean los escombros que quedan de mí, a veces son tan vívidas que es como revivir aquel fatídico día.

El fuego, sus gritos, el perder la audición casi por completo, el miedo y la soledad que aún se mantienen latentes.

Lleno la bañera hasta la mitad y echo un poco de jabón líquido con olor a frutilla, me adentro en el agua. Mis músculos tensos se relajan y por unos segundos me mantengo tranquila, sin embargo, las imágenes de las manos de aquel hombre ―que han aparecido últimamente en mis sueños― llegan para atormentarme.

No sé si es un juego de mi mente o en serio las voces en mi mente son reales, lo único que sé es que se siente muy real, demasiado doloroso para ser mentira.

En busca de mi Felicidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora