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Cuando llego a clase, y por culpa de hacer ese último tramo andando, tengo que interumpirla porque llego tarde. No es que la profesora que nos imparte esa asignatura no me odie ya lo suficiente, pero ese tocar en la puerta y entrar musitando perdón seguro que no ayuda nada.

Nico me mira y puedo observar cómo se le ilumina todo el rostro. Al final y por culpa de llegar tarde, me tengo que sentar solo a su lado puesto que se ha puesto junto a Cris, obviamente para no crear una distancia absurda entre ellos.

— Buenos días, preciosa —me susurra al oído, y su aliento me produce un escalofrío— ¿Se te han pegado las sábanas?

—El estúpido de tu hermano, que...—comienzo, farfullando, pero luego me fuerzo a respirar con tranquilidad por la nariz— Luego te cuento.

Él parece bastante contrariado por mis formas, y si le ha molestado que insulte a su hermano, no lo comenta. Cris me lanza una mirada interrogante desde el otro lado y sé que mi móvil va a vibrar un segundo antes de que lo haga. Maldigo entre dientes, rezando porque la ya enfadada profesora no haya percibido la vibración, y lo pongo en silencio antes de echarle un vistazo al mensaje:

¿Qué ha pasado, tardona?

Yo suspiro dramáticamente, sabiendo que me está observando con atención.

Leo se ha puesto borde y me he bajado del coche.

Su respuesta no se hace esperar.

¿¿En marcha??

Lo acompaña de un gif de un perro horrorizado que sabe que siempre me hace reír.

Pues casi. Momento dramas total. Pero creo que ha aprendido la lección.

O igual tú te has quedado sin chófer.

O igual yo me he quedado sin chófer.

Levanto la mirada del móvil para sonreírle y saco el cuaderno de la mochila con lentitud para no hacer demasiado ruido. A mitad de la clase, no sé muy bien por qué, cojo la mano de Nico por debajo de la mesa. Puedo percibir su sorpresa y yo me siento un poco culpable por que no sé por qué hago eso ni qué busco con ese gesto que dura apenas unos minutos, hasta que me arrepiento y se la suelto con la misma brusquedad.

El sentimiento que me invade, aunque sea de culpa, me hace olvidar por completo el enfado que traía encima. Y cuando Cris me lo recuerda más tarde —Nico no lo hace— me invento una excusa cualquiera y empiezo a asombrarme por mis portentosas habilidades para mentir.

Lula y Raquel —la chica de Runaes— nos hacen una visita en el cambio de clases y después recibimos la bonita noticia de que el profesor que nos toca en ese momento no puede asistir, por lo que tenemos vía libre para pirarnos a hacer nuestras vidas. Después de vacilar lo justo y necesario a las chicas —que sí que tienen clase, porque es precisamente la clase que imparte Leo— decidimos irnos a echar la llamada «siesta del burro». También conocida como «siesta de antes de comer».

Cris se marcha en su coche, pero insiste en que me marche con Nico de nuevo con la sonrisa más pícara que le he visto jamás. La asesinaría si no hubiera salido corriendo inmediatamente después.

Lula parece igualmente emocionada por dejarme sentarme en el asiento del copiloto, y otra vez se me forma un nudo en el estómago cuando me doy cuenta de que lo hace porque, bueno... normalmente la pareja es la que va delante con el conductor.

Me mantengo en silencio casi todo el viaje dándole vueltas a lo mismo y cuando el coche se detiene delante de mi casa, ninguno de los tres pronuncia una sola palabra durante lo que parece una eternidad..

Invocadora [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora