24

148 29 10
                                    

Estoy de nuevo en ese claro, con esas flores y esa chica, igual a mí, que me acuna mientras me mira con sus ojos azules —que sí que se diferencian de los míos— y ese pelo negro —que también— mecido por un viento que no existe.

Sé que no va a durar mucho, y que ella solo está aquí para impedir que, durante el sueño, me adentre en el dolor de Leo y lo vuelva a vivir en mis carnes. La observo y me siento culpable por haberla rechazado aunque fuera por un momento.

—No tengas miedo de mí, Lara —me susurra con la voz serena—. Yo soy tú, tú eres yo, somos una. Cuando yo tomo las riendas de tus acciones, piensa que lo estás haciendo tú misma, solo que en otro plano. No te estoy robando nada. Solo te tomo prestada para ayudarte.

—Me da miedo... perder el control de quién soy.

Y empiezo a temblar, contagiada por el tono de mi propia voz. De repente, me parece como si hiciera muchísimo frío. Es una representación del miedo que siento por dentro.

—Todo lo que está sucediendo... me intenta convertir en una persona diferente. Y no sé si quiero ser esa persona.

—Estás destinada a ser yo. —Es su respuesta, con mucha calma—. Siempre lo has estado. Solo es tu interior despertando. Como la esencia de los Ártamo.

—¿Y si quiero seguir soñando?

Ella parpadea dos veces, como si tratara de asimilar mi pregunta.

—Los sueños son para escapar de una realidad que nos estará esperando siempre. Mientras sueñes, nada avanzará ni nada mejorará. Hay que enfrentarse a la vida como viene.

El viento cesa de golpe y ella cambia su expresión a una de mayor seriedad, como si estuviera a punto de revelarme uno de los secretos del universo:

—Tienes que convivir con tus dos esencias, Lara. Al fin y al cabo, la dualidad de la Invocadora, a pesar de ser distinta a la de los demás seres duales, sigue ahí. Solo tienes que aprender a aceptarla.

Posa su mano sobre mi frente, con la palma bien abierta, y murmura algo que no llego a entender. Vuelvo a cerrar los ojos y a sentirme arrastrada hacia otra realidad.

La mía.


🐻🐻🐻


No puedo negar que es un despertar maravilloso. Lo primero de lo que me doy cuenta es de que, en sueños, debo de haberme girado, puesto que ahora estoy de lado y bien abrazada, como un koala, al cuerpo de Leo. Él sigue con su brazo rodeando mis hombros y estoy envuelta por su calor corporal, que parece haberse incrementado desde que me dormí.

La habitación está en absoluto silencio, solo roto por nuestras respiraciones, y cuando alzo la cabeza, después de parpadear un par de veces para intentar ubicarme, me encuentro con que él ya me está mirando.

—Hola de nuevo —dice, simplemente.

Está demasiado cerca y yo demasiado dormida como para procesarlo todo.

—¿He roncado?

Una gran sonrisa de medio lado se dibuja en su cara, y de repente noto cómo me acaricia la espalda con el pulgar. Ese gesto, tan natural y a la vez tan surrealista, termina de despertarme.

—Como una apisonadora.

Se ríe ante mi expresión de sorpresa y mi posterior enrojecimiento. Apoyo la frente sobre su pecho para esconder la cara, y él sigue riéndose.

—Vaya, perdona.

—Es broma. Es decir, no es broma que hayas roncado, pero no ha sido para tanto. Y mi camisa sigue seca, así que supongo que no me puedo quejar.

Invocadora [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora