31

128 26 8
                                    

—¿Estás segura de esto? La última vez que hiciste dos transformaciones tan seguidas..

—Mira, Nico —le corto, aunque con voz suave—. Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Y todo eso que dicen siempre en las pelis, supongo. La última vez sobreviví, así que sabemos que es viable. Y tendré casi dos días enteros para descansar. Estaré bien.

Nico y yo estamos sentados en el sofá. Khadim y Sarah aún tienen que volver de poner al día a sus respectivas comitivas de la situación, y de establecer no sé qué protocolos que no me he esforzado demasiado en comprender. El chico se ha empeñado en quedarse conmigo porque ahora sí que sabe que necesito compañía. Mi madre, por su lado, se ha ido a casa a coger nuestras cosas. Al principio me empeñé en acompañarla, por no dejarla sola después del día tan terrible que lleva, pero me dejé convencer para quedarme cuando Daniel se ofreció a ir en mi lugar.

El silencio que ha embargado la casa me preocupa, se me clava en los huesos.

Aunque entre nosotros hay espacio para al menos dos personas, Nico tiene el torso inclinado hacia mí, con el brazo apoyado en el respaldo como si quisiera llegar a pasármelo por los hombros.

—Sé que estarás bien. Eres una chica muy fuerte y tienes un poder inmenso. Pero eso no significa que tengas que sufrir por el camino. Y ahora mismo es evidente que estás sufriendo.

La dulzura en sus palabras me derrite por dentro y hago algo que no suelo permitirme a menudo con él: le miro a los ojos. En el mismo instante en el que nuestros ojos se encuentran, algo cambia. Algo tiembla, y no es solo en él, que se estremece de amor. De pura felicidad solo por encontrarse conmigo al final. Yo tiemblo un poco también.

—Me... me mata tener que dejar pasar dos días enteros y que Cris esté ahí y... y no poder hacer nada. Siento que la estoy abandonando. Me frustra no ser más fuerte, no tener la energía suficiente para hacer las transformaciones y dirigirnos directamente hacia allí. Últimamente estábamos consiguiendo que la dualidad se asentara apenas en unas horas y creo que...

Se me crea un nudo en la garganta y me llevo las manos allí de forma automática, como si ese gesto fuera a ayudarme a respirar. Cojo aire lentamente, obligándome a concentrarme en el movimiento de mis pulmones, a centrarme en que estoy bien, que aunque no sea invencible sigo teniendo algo de fuerza para ayudar a mi amiga.

—Siempre podemos ir los que ya estamos transformados y Sarah y Khadim...

—No —Niego con la cabeza—. Necesitamos hacer una demostración de poder. Y la mejor carta que tenemos para ello es aparecer con un miembro de cada una de las tres especies Thaos. Eso hará parecer que ya hemos avanzado bastante en las transformaciones y puede... puede que sea lo que incline la balanza a nuestro favor. Necesitamos a los lobos y a los tigres.

Trago saliva, tratando de no pensar demasiado en lo absurdo que suenan todas y cada una de las palabras que están saliendo de mi boca. Y menos en que ahora mismo creo firmemente en ellas. Noto los labios secos, y me da la sensación de que los ojos azules de Nico se vuelven cada vez más cálidos. Estoy convencida de que entiende mi dolor. Mi frustración. Lo que me escuece en el corazón.

Soy plenamente consciente de su presencia, de los pocos centímetros que nos separan. De que él está encaramado hacia mí, como si tuviera que contenerse para no envolverme con los brazos, para no acunarme contra su pecho y convencerme de que todo va a salir bien. Y por un momento, lo deseo con tantas fuerzas que me arde el pecho.

Tengo tanto frío dentro y él parece emanar tanto calor que estoy a punto de salvar esa distancia. Estoy a punto de dejarme llevar y...

—Quizá pueda hacer algo para ayudarte.

Invocadora [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora