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Despierto en mi cama, y me entran ganas de llorar solo por eso. Por estar en casa, a salvo. A mi lado, Cris duerme aún, su mano entrelazada con la mía.

La puerta tarda menos de un minuto en abrirse, y mi madre entra como una exhalación. Siempre ha sido una persona muy enérgica, pero verla lanzarse sobre la cama para envolver mi cara con sus manos y explorarme las facciones con ojos ávidos casi me resulta terrorífico.

Y, al mismo tiempo, me llena de tanto amor que amenaza con desbordárseme del pecho.

—¡Estás despierta! Me lo han dicho los... ellos, que te sienten. Han dejado que venga yo, para que no te abrumes. ¿Estás bien, cómo te sientes?

Cris se revuelve a mi lado, despertando también.

—¿Dónde estoy...? —murmura con voz soñolienta, aunque se tranquiliza al ver a la familiar figura de mi madre.

—Estás a salvo, cariño —susurra ella, con ojos cálidos, y creo que tampoco la he escuchado nunca decir la palabra "cariño", y mucho menos dirigida a mi amiga—. Estás a salvo.

Creo que cuando lo ha repetido iba más bien dirigido a mí, y me encojo sobre mí misma cuando las imágenes de todo lo que ha pasado me golpean con dureza.

Lo que he hecho. Cómo la he cagado hasta el fondo.

—Mamá... lo siento muchísimo.

—Deberías —me reprocha, aunque su tono no lo corrobora—. Casi me matas del puto susto, a mí y a todos estos desconocidos con los que me has dejado tirada. Y que no me caen del todo bien, por si no te habías dado cuenta.

Suelto una risita entre lo que me doy cuenta en ese momento que ya son lágrimas. Ni un minuto he tardado en llorar.

—He metido la pata hasta el fondo. Yo... tengo que hablar con los demás.

—Primero descansa, estás...

—Ya descansado lo suficiente —aseguro, aunque sigo bastante débil—. Necesito contarles lo que he hecho lo antes posible porque creo que... creo que se nos viene encima algo horrible.


🐻🐻🐻


Apenas una hora más tarde, estoy sentada en un sillón del salón, rodeada de todas las personas a las que les debía explicaciones y he contado toda la historia, con todo lujo de detalles.

Las caras de la totalidad de mi audiencia se han ido ensombreciendo a medida que llegaba hacia el final, mientras iban asumiendo las consecuencias de mis actos.

—Sé que no sirve de nada pero quiero... pediros perdón. De corazón. Por ser una... —sollozo—, por ser gilipollas. Una estúpida que pensaba que podía acabar ella sola con todos los problemas de una guerra de la que no tiene jodida idea. Yo solo... sé que vais a pensar que soy aún más idiota, pero solo quería que todo el mundo estuviera a salvo. Empezando por Cris.

Me merezco el silencio que nos envuelve, la ponzoña que lo llena. El odio que empiezo a sentir de parte de Khadim y Sarah, eso un poco negro que envuelve los corazones de los demás. Salvo mi madre y Nico (que es físicamente incapaz de enfadarse conmigo y solo está dando saltos internos de alegría por tenerme delante), todos se llenan de sentimientos negativos, y lo entiendo.

Me lo merezco.

—Si pudiera pasarle los poderes de Invocadora a alguien más capaz que yo, os juro que lo haría sin dudarlo —aseguro, limpiándome las lágrimas con las palmas de las manos—. Ahora solo puedo deciros que os prometo que a partir de ahora os haré caso en todo, lo prometo... Joder, la he cagado hasta el fondo.

Otro silencio y entonces es Nana la que da un paso al frente. Supongo que todos estábamos esperando esto, que sea ella la que me ponga en mi lugar. La que lidere la bronca del siglo, la que me imponga el castigo que me merezco.

Lo sé.

Estoy preparada para ello, para afrontar las consecuencias de mis actos.

Para lo que no estoy preparada es para lo que viene después:

—Lo hecho, hecho está, Lara. Si no hubiera sido con esta estratagema, hubiera seguido secuestrando gente hasta que te prestases a hablar con él, y jamás hubiéramos podido imaginar su estrategia. Ahora tenemos que lidiar con las consecuencias, pero te aseguro que seguimos siendo más fuertes que ellos.

Abro los ojos y parpadeo varias veces, las últimas lágrimas precipitándose hacia el sillón.

—Esperaba que... estuvieras furiosa.

—Lo estoy, no te equivoques —asegura, y sus labios se convierten en una fina línea—. Pero no contigo. Lo estoy conmigo, porque era mi labor conseguir transmitirte el Secreto de manera que nos entendieras, que no pudieran jugar con tu mente. Está claro que no he hecho un buen trabajo, y asumo mi responsabilidad en todo esto.

—Pero, no... —empiezo a protestar.

—Nos ha pillado por sorpresa a todos, Lara. Ya está. No te sumas en la tristeza, porque eso no arreglará nada. Ahora tenemos más información que antes, vamos a centrarnos en eso y en prepararnos lo más rápido posible para un ataque inminente.

Asiento, notando cómo el agradecimiento embarga mi pecho, junto con un torrente de alivio. No es como si creyera que ya no pasa nada por lo que he hecho, que no he hecho nada malo, pero las palabras de Nana eran justo lo que necesitaba para poder respirar con normalidad. Hasta el momento, he sido incapaz de hacerlo.

—Además, ahora tenemos algo que los Kulua jamás esperaron proporcionarnos.

La frase de Leo llena la sala y nos sorprende a todos, incluído a su abuela.

—¿A qué te refieres? —pregunta ella, con curiosidad genuina.

—A una de las suyas de nuestra parte.

Invocadora [COMPLETA]Where stories live. Discover now