40

107 26 8
                                    

Mi acusación me hace sentir estúpida y absurda, y me cuesta muchísimo pronunciarla porque mi respiración está bajo mínimos, pero de alguna manera tengo que confirmarlo. Aunque duela.

—Pues claro que te he engañado, niña —Su tono ya no tiene nada de esa calma que ha mostrado hasta el momento.

Ha sido toda una actuación. Me ha usado para... ¿para qué me ha usado? ¿Me ha quitado acaso los poderes? ¿Acabo de dejar a la humanidad sin ninguna posibilidad de defenderse?

Alzo las manos y una débil chispa refulge en ellas y hace que me tranquilice un poco, aunque no del todo.

—Tenemos que largarnos de aquí —susurra Cris en mi oído, llorando.

Llorando, como debería estar yo si no fuese porque el shock no me lo permite.

Poseidón se encarama sobre la estatua con ojos ávidos y baja las manos para quedarse a apenas unos milímetros de ella. Parece que ya solo le importa lo que tiene ante sus ojos y que nosotras, simples herramientas para su plan, hemos dejado de importar.

Cris tira de mí desesperadamente hacia la ventana por la que entré hace apenas una hora, arrastrándome por el suelo, haciéndome daño cuando la camiseta se me alza para rozarse con la piedra.

Me da igual. Me da igual todo. Mi fracaso es lo único que me importa en este momento. Toda la gente a la que he decepcionado.

La risa de Poseidón, aún envolviéndome los oídos.

—Tengo el poder. Lo tengo, por fin. Por fin dispongo de la magia para devolver a los Kulua a su gloria. Para vengarnos, por fin. Resurgiremos y arrasaremos con todo. Los destruiremos. Los...

Sigue hablando en un runrún demente, maníaco, que hace que mis ojos se llenen de lágrimas.

—Tenemos que irnos, Lara. Lara, por el amor de Dios, reacciona. Tómate esto —Se bebe su pócima y con mano temblorosa quita el tapón al otro frasco y me lo acerca a la boca.

No soy capaz de reaccionar. Ya no puedo hacer nada. Si hago algo más, volveré a decepcionar a todo el mundo. Solo puedo pensar en las consecuencias de mis actos, todo me da vueltas y...

—Lara, me cago en todos tus putos muertos, abre la jodida boca.

Su tono está lleno de furia y de veneno, tanto que mi instinto le hace caso y abro la boca. Prácticamente me mete el frasco entero dentro, haciendo que me atragante y acabe tosiendo.

Luego saca una fuerza inhumana, muy probablemente a causa de la adrenalina, y me levanta del suelo para tratar de que huyamos por la ventana.

Un ventanuco de apenas medio metro cuadrado que está demasiado alto para nosotras.

—No lo vamos a conseguir, Cris —susurro mientras soporto sus tirones, sus intentos de elevarme para que llegue.

Sigue llorando, pero esta vez con furia.

—Lara, te voy a dar una ostia para que espabiles, joder. Coopera, por lo que más quieras.

Voy a decirle que es inútil, que ya está, que aquí se acaba todo, cuando una mano de tez azulada atraviesa la barrera de la ventana y se tiende hacia nosotras.

—Rápido —susurra una voz muy familiar mientras otra mano se aferra al marco de la ventana—. Rápido, no tenéis mucho tiempo antes de que la pócima agote su efecto.

Cris no se lo piensa un segundo ni deja que yo lo haga: se aferra a esa mano como si fuera la última gota de agua en medio del jodido desierto y entonces una fuerza sobrehumana nos aúpa y hace que atravesemos la ventana, golpeando varias partes de nuestro cuerpo en el proceso.

Invocadora [COMPLETA]Where stories live. Discover now