37

103 25 13
                                    

Trago saliva, porque de alguna manera su tono de voz parece... ¿cálido? ¿Familiar? No lo tengo muy claro, pero desde luego que, si puedo evitarlo, me gustaría no quedarme hasta averiguarlo.

Cris se tensa en mis brazos y yo la muevo con delicadeza hasta colocarla a mi costado. Después, notando las piernas ya entumecidas, me impulso para levantarnos a las dos. No pienso soltarla por nada del mundo, y espero que mi firme agarre se lo esté transmitiendo.

—Poseidón, imagino —articulo con la mayor seguridad de la que me veo capaz.

La sonrisa que forma es, como poco, siniestra, sobre todo porque estoy bastante segura de que pretende parecer tranquilizadora.

—Imaginas bien. Bienvenida a mi reino, Invocadora.

—El trato era claro: Habla, y después me llevo a mi amiga. Y me gustaría que fuera lo antes posible. Necesitaremos dos pociones para respirar bajo el agua, imagino.

Cris se estremece y yo le aprieto los hombros tan fuerte que empiezo a notar el brazo entumecido. Pero se me caerá antes de que la suelte, eso lo tengo claro.

Su risa me toma por sorpresa, como a todos los presentes. Incluso sus secuaces pegan un respingo cuando la sala se llena de sus carcajadas.

—Directa al grano, ya veo. Debería haberlo imaginado. No te preocupes, chiquilla, cumpliré mi parte del trato. Pero no nos adelantemos a los acontecimientos, como habrás notado llevo bastante tiempo deseando tenerte con nosotros... y darte la oportunidad de conocer la otra parte de una historia de la que por el momento solo te han mostrado la mitad que les interesaba a ellos.

Ellos. Frunzo el ceño sin poder evitarlo, pero no digo nada. No tengo respuesta posible a eso: no es como si no tuviera la sospecha desde el principio de que hay algo que no me están contando, pero desde luego también soy consciente de lo poco que debería fiarme del monstruo que tengo delante.

Monstruo que por otro lado, me analiza como si quisiera quedarse con todas mis facciones en la retina para siempre. Como si me llevara esperando toda su vida. Y no creo que eso sean buenas noticias.

Entonces Poseidón hace algo que no hubiera esperado jamás, por algún motivo: suspira, da media vuelta y en dos zancadas se sienta en la gran cama deshecha, con ambas manos apoyadas a los lados de su cuerpo, como si se sintiera de pronto muy cansado. Yo también lo estoy (cruzar bajo el agua quién sabe cuánta distancia de la mano de una sirena no es precisamente una actividad relajante) pero me siento más segura con la posibilidad de salir corriendo en cuanto lo vea necesario. Aunque en realidad, pocas veces hubiera sido más inútil una huida, puesto que si no lo he entendido mal, estamos en la única sala con oxígeno de todo el palacio.

—Puedo imaginarme perfectamente qué te han contado, niña. Los malvados Kulua queriéndose hacer con el control de la tierra firme. Los heroicos Thaos uniendo todas sus fuerzas para crear a la Invocadora, única criatura con la fuerza suficiente para desafiar a la misma naturaleza y jugar a su antojo con la dualidad de sus criaturas. Yo mismo soy poderoso, pero lo único que he conseguido tras todos estos años son transformaciones temporales, imperfectas. Supongo que ya os habréis dado cuenta de que mis emisarios nunca han podido alejarse demasiado del mar, e incluso estas piernas que llevo ahora desaparecerán al cabo de unas horas, como mucho.

Se mira la capa a la altura de las rodillas, pensativo, como si sus recién adquiridas extremidades fueran un préstamo precioso que sabe que en algún momento va a tener que devolver a su dueño.

Suspira de nuevo, con dramatismo, y me doy cuenta de que he empezado a acostumbrarme a lo grave de su voz, que la sala retumba un poquito menos en mi cabeza cuando habla.

Invocadora [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora