do you hate me now?

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09 DE ABRIL 2019MARTES22:22 P

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09 DE ABRIL 2019
MARTES
22:22 P.M
WOKING, UNITED KINDOM

Solté una risa al ver como Lando se levantaba de su asiento, ofreciendome la mano derecha.

Un lindo saco azul oscuro adornaba su torso, mientras detrás de este se podía ver su remera negra, la cual acompañaba con unos pantalones del mismo color. Yo acomodé mi vestido blanco, soltando una risa mientras me levantaba de mi lugar, tomando la mano de Lando, mientras el me paseaba por el lugar, llevando nuestros cuerpos hacía donde estaba la demás gente, en una especie de baile lento con sus parejas.

Sus mano derecha abrazo mi cintura, mientras mi mano se posicionaba en su hombro y nuestras dos manos restantes se agarraban.

El hizo que mi cuerpo se moviera a el ritmo lento de la canción que sonaba de fondo.
Las personas a nuestro alrededor se disiparon en mi mente, de nuevo eramos solo nosotros.

Estabamos solos bajo la poca luz cálida de la pista.

—Gracias.— me dice el chico, con su acento británico y su voz de niño.

—¿Gracias? ¿por qué?— dije, en su oído, por la altura que llevaba el sonido de la música detrás de nosotros.

—Por tratar de hablar conmigo cada año hasta que tuvimos 16. Por aguantar cada uno de mis humores y no colapsar en el intento. Y por estar aquí, a pesar de todos los años en los que yo y mi mala actitud fueron una carga para ti.— lo miré, llevando mis ambas manos a sus mejillas, mientras el las apoyaba sobre mi cintura, acariciando la zona con las yemas de sus dedos.

Acaricié su rostro durante unos segundos. Hasta que agarré su mano, saliendo a las afueras del local, donde el frío volvía a abrigarnos el cuerpo.

Me apoye sobre una de las columnas, abrazando a mis propios brazos ante el cambio de clima.

—Nunca fuiste una carga para mi, Lando. Fuiste la única persona que... dentro de todo, me trataba como alguien normal. Creo que él hecho de sentirme ignorada, me hizo sentir más... normal. Todos esperaban mucho de mi, todo el tiempo, todos me observaban, todo el tiempo. Todos menos tú. No es excusa para los malos tratos que tuve que aguantar de tí, más de una vez. Pero la verdad es que me llamaste la atención desde esa primera vez, que te vi en el podio. Y desde allí que no he dejado de mirarte, ni un solo segundo. Celebré cada una de tus victorias como propias, me alegré al verte en podios. Y muy muy en el fondo de que seas mi compañero. Muy en el fondo.— dije, mientras Norris hacía una mueca con su boca, bajando levemente la mirada y comenzando a jugar con sus manos, en señal de nerviosismo.

—Mira, Lando. Entré a la Fórmula 2 enojada con la vida. Muy frustrada con todo lo que había pasado un año anterior, las cosas no siempre salen como uno quiere, y las situaciones que pude pasar me hicieron aprender que uno no debe quedarse en el pasado. Por que uno no lo puede cambiar. Pero si el futuro. Por eso cuando vi que te acercabas a mi sonreí, por que a pesar de todo, estabas haciendo conmigo lo que yo he tratado de hacer contigo durante casi seis años. Me reí de que te presentaras ante mí y más aún que te equivocaras tu propio nombre.— le dije, mientras Lando ponía su saco encima de mis hombros, sacándome un poco el frío de los brazos. El soltó una leve risa.

—No sabía si presentarme o no... nunca me había presentado formalmente, nunca habíamos cruzado más de 5 palabras sin esas malas miradas. Así que realmente fue un momento de nerviosismo. Charles se río de mi una semana entera...— dijo el, levemente avergonzado y con las mejillas sonrojadas.

—Nando Lorris, fue la no primera presentación más tierna del mundo.— le digo, haciéndo que el suelte una risa, girando su cabeza hacía otro lado.

—Lamento lo que paso hace varios años. Cuando era niño me dabas miedo. Cuando fuimos pre adolescentes me enamoré de tí y cuando fuimos adolescentes tu eras la típica chica perfecta en todo, y yo era el típico desastre en una bomba con ruedas, corriendo a 280 kmph.— me dice, mirándome a los ojos, mientras yo muerdo levemente mi labio.

—Estás completamente perdonado. Éramos... éramos solo un par de niños en ese entonces. Y créeme, que fui todo menos la chica perfecta... mi vida también siempre tuvo un poco de desastre. Yo también siempre fui un poco desastrosa.— le digo, tomando su mano y acercandolo hacía mi cuerpo, haciéndo que quedemos un poco más cerca que antes.

—Recuerdo la vez esa, que me dijiste imbécil en Spa.— habla Lando, haciendo que yo suelte una leve risita nerviosa.

—¿Yo? ¿insultandote? Mmmm... no recuerdo.— le dije, haciendo rodar mis ojos mientras llevaba mis manos a los hombros de Lan, quién soltaba una leve risa.

—Hasta yo me insulté esa vez. Recuerdo el monopatin, como tu música desde los audífonos se escuchaba altísima desde mi lugar. Recuerdo decírtelo y que me regalaras una linda imágen que hasta hoy no puedo borrar de mi mente.— solté una risa, avergonzandome con cada palabra que decía el chico.

—Un lindo Fuck you. Y tu linda caída medio metro después.— Lando se río, haciendo que mis mejillas ardan levemente.

—En mi defensa, estaba muy enojada, y esa caída... me estuvo doliendo la rodilla como por un mes. Pero nada iba a ganarle a mi orgullo y la poca dignidad que me quedaba.— le dije, mirándolo.

—De igual manera, siempre pudiste sola.—

—Exacto... aún recuerdo amenazarte con tirarte los audífonos cuando quisiste acercarte. Creo que en ese momento te odiaba con todas mis fuerzas.— le digo, soltando una risa.

—¿Y ahora?— me pregunta, mientras yo mantengo mi mirada en sus ojos.

—¿Ahora que?— respondo, acercandolo peligrosamente a mi cuerpo.

—¿Me odias ahora?— susurra contra mis labios, haciéndo que yo, de manera inconsciente suelte una leve sonrisa.

—Dios. Claro que te odio.— le dije, mirándolo a los ojos.

Él no responde, simplemente pasa su mano por mi cuello, tomándolo de manera dominante para estampar sus labios contra los míos en un beso.

Beso que se sintió diferente a todos los anteriores que había experimentado con él, beso que me hacía querer estar pegada a él, todo el tiempo, a sus labios. A su cuerpo.

Pude sentir como la mano derecha de Lando bajaba hasta mi espalda baja, haciéndo que ya no me esté apoyando sobre la columna, y acercándome aún más a su cuerpo.

El piloto apretó su agarre, provocando un leve jadeo que salió de mi boca, justo contra sus labios en medio de ese intenso beso que el menor había comenzado.

El sonrío contra mí, llevando su mano izquierda en un agarre a mi mandibula y elevando mi mirada hacía sus ojos, los cuales tenían un brillo superior a cualquier otra vez que haya visto sus ojos.

—Yo te odio más.—



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