gale, my love. what's wrong?

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19 DE JULIO 2019
21:44 PM
PUERTO MADERO, BUENOS AIRES, ARGENTINA

Acomodé el vestido negro sobre mi cuerpo, mirándome al espejo y me acerqué al chico que estaba detrás de mí.
Llevé mis manos hasta su camisa, para acomodar el cuello de la misma mientras el terminaba de abotonar los últimos botones de abajo.

—Estas hermosa.— me dice, mirándome. Yo solo alzo mi mirada hasta sus ojos y le regalo una sonrisita.

Era increíble la manera que tenía Lando de seguir poniéndome nerviosa.

—¿Vos te miraste?— le digo, agarrando su mano y haciéndo que de una vuelta sobre su eje.

—Increíble.— el solamente suelta una risita, juntando su frente con la mía nuevamente.

—¿Crees que le caí bien a tu abuela?— me dice, divagando mientras los nervios se notan en su labio temblante.

—Nando, estoy segura que mi abuela ahora te quiere más a vos que a mí. Estuvo dos horas retandome en español por que no te avisé que el mate estaba caliente.— le digo, acercándome aún más a su cuerpo, para pasar mis manos por sus mejillas y acariciar las mismas.

—Ahora solo seremos nosotros, mis primos y unos amigos. Todos tienen nuestra edad, o unos años más. Pasaste la prueba difícil, ahora tranquilízate.— hablo, para después dejar un besito en sus labios, que el respondió seguido de una gran sonrisa.

Agarré su mano mientras ambos nos dirigimos hacía el restaurante donde habíamos hecho la reserva.

La tarde la pasamos con mi abuela.
Después de comer se quedó a merendar, donde compramos medialunas y seguimos tomando mates mientras hablabamos de las carreras que venían, de las vacaciones a mitad de temporada. Carmen nos invitó al campo, donde mi familia se juntaban todos los años para las vacaciones de invierno y no pude decir absolutamente nada por que un Lando ansioso y feliz le estaba contestando que si. También le preguntó si hay caballos y vacas. Se emocionó más al escuchar como mi abuela le decía que sí.

Al ver mis historias en Buenos Aires. Francisco, mi primo, me llamó y me invitó a cenar con sus hermanos y amigos. Rápidamente le pregunté al piloto que estaba recostado sobre mi cama, jugando al golf desde la play.
Él me dijo que sí rápidamente, y proseguimos a cambiarnos de ropa. Yo con un vestido negro, unas zapatillas adidas completamente blancas y una campera de abrigo color negra, en un intento de elegancia pero no tanta, para no hacerlo exagerado. Mientras Lando vestía una camisa negra con una especie de sweater encima, sus zapatillas blancas y un pantalón también negro.

Miré a Lando conducir mi vehículo y luego me miré a mi misma, soltando una leve carcajada al darme cuenta de que prácticamente estamos vestidos iguales.

—¿Qué pasa, amor?— pregunta Lan, con una leve sonrisita.

—Estamos combinados, literalmente casi iguales. Pero nos vemos genial.— digo, poniendo una de mis manos sobre la suya y acariciando sus nudillos.

Ese simple acto me hizo repensar la situación una y otra vez, me hizo detenerme en el tiempo para captar la cantidad de emociones que había sido capaz de sentir y de manifestar los últimos meses.
Me hizo pensar en la competencia y allí fue cuando caí en cuenta. Soy la primera mujer en llevar la delantera en el campeonato de pilotos, soy la primera mujer en la Fórmula del siglo, soy la primera mujer a la que se le dío un espacio en ese lugar tan difícil. Estoy recorriendo el mundo, hice amigos increíbles. Pierre que me habla todos los días para preguntarme como estoy, Charlie que me llama por facetime a las 4 am para preguntarme como se pasan los niveles del Crash Bandicoot y Lance, que es simplemente uno de los grandes amores de mi vida.
No de forma romántica, el amor no siempre es con respecto a eso. Lance me acompañó en toda esta nueva aventura de la Fórmula 1, me dío la mano cuando estaba frustradisima por los duros entrenamientos, y estoy segura que si yo lo llamo en este mismo momento diciéndole que lo necesito, él se toma el primer vuelo hacía mí.
Miré al chico a mi lado, quién me hablaba pero yo solo estaba con mis pensamientos y viendo lo afortunada que estaba siendo.

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