Capítulo 15

1.5K 170 33
                                    


El apartamento de Emily ardió en llamas toda la noche, los hombres de Eleazar fueron impecables con su trabajo y cumplieron al pie de la letra con sus órdenes. Tanto, que incluso se encargaron de evitar que los bomberos llegaran antes de que el fuego hubiera quemado más de la mitad, con tal de que fueran un aviso completo para Leonardo, y se borraran pistas para los trabajadores de Burgos.

Lagarto, se encargó de llevarle toda la información a su patrón, sobre la oficina en la que trabajaba Emily a primera hora. Por lo que sin pensarlo dos veces esa misma mañana fue a hacerle una visita a Matt, la información que su mano derecha le había conseguido era una joya.

—Se trataba de encontrar cobre Lagarto, pero encontró oro —decía Eleazar muy emocionado.

Se dirigían a la oficina.

—¿Cree que la señorita ya sabe lo de su apartamento?

—Y ¿Por qué tengo que saberlo yo? Se supone que para eso estoy pagando un sueldo —respondió con mucho humor.

Era muy extraño ver de mal humor a Eleazar, y el momento en que eso sucedía era de preocuparse.

Para Leo y Emily, fue una noche especial. Se quedaron a dormir en la terraza, y aunque pasaron frio, pareció que el sueño los dominó, ya que no lograron ponerse de pie para ir a dormir a un cuarto más decente.

La luz de una nueva mañana los despertó, a penas lograban abrir los ojos, ya que los rayos del sol por la hora eran intensos y les lastimaba la vista.

—Creo que es hora que bajemos.

—Sí, por favor.

—¿Y tú trabajo? —preguntó Leo, preocupado.

—no importa, me suspendieron.

—¿Cómo que te suspendieron?

—¿Recuerdas a mi jefe?

—El que se divertía con Berta.

—Ese mismo.

—¿Qué sucedió?

—Me suspendió por decirle sus verdades.

—No sé que decir.

—No digas nada, no es tú culpa.

—Creo que más bien estoy agradecido.

—¿Por qué?

—Porque gracias a eso estás aquí, dudo mucho que lo estuvieras si hoy hubieses tenido que ir a trabajar.

—No besos por favor, no me he cepillado —dijo Emily.

Leo solamente sonrió, y la besó en la mejilla.

Cuando Eleazar llegó a la oficina, Margaret fue la primera en saludarlo muy atenta, ya había tenido la oportunidad de verlo antes, y le gustó. Por lo que, al verlo allí nuevamente, no quiso perder más el tiempo.

—En unos minutos le atiende —decía muy coqueta.

Su trabajo se terminaba, en el momento en que Wendy la secretaria de Matt, se había cargo, pero en esa ocasión quiso hacer mucho más.

—Gracias.

—¿Le ofrezco algo de tomar?

—No, así estoy bien. Gracias.

—De acuerdo. Cualquier cosa estoy para ayudarle.

—Me parece muy bien.

—Perdone lo entrometida, pero, nunca había visto a alguien como usted aquí.

Huracán ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora