Capítulo 31

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Para Emily nada era fácil, conforme los días pasaban el recuerdo de Leo, era solamente eso, un recuerdo. Eleazar había comenzado a representar algo que ni ella misma entendía o comprendía que era.

Cada momento vivido con Leo era lo mejor que le había pasado, pero aún dentro de lo mejor. Había alguien que si bien, no era lo mejor; era algo importante, era como si volviera a ser adolescente y a sentir esas emociones que sentía de adolescente.

«¿Qué pasa contigo Emily?» pensaba cada mañana.

Sobre todo, cuando al levantarse, se levantaba con la emoción de pensar ver a Eleazar ese día, y sobre qué le diría.

Le molestaba y enfadaba de cierta manera inconsciente, que Eleazar siguiera trabajando en el propósito principal, que era atrapar a Mouro y tuviera a otros hombres trabajando, intentando localizar a los Burgo. Él inclusive, ya le había platicado sobre la idea de que, si el tiempo seguía pasando y no daba con ellos, tendría que enviarla al lugar en el que estaba su mamá. Algo que no deseaba.

—¡Buenos días! —saludaba él.

Como siempre usaba ropa muy formal, y su sonrisa era encantadora.

—¡Buenos días! —respondió ella con cierto titubeo.

—Hay algo que debo mostrarte —dijo, poniéndose serio.

—¿Algo malo?

—No exactamente, pero... —añadió y le mostró su celular.

En el se veía la noticia que había sacado Mouro días atrás, en dónde los señalaba como pareja.

—¿Eso es malo? —preguntó algo extrañada.

A ella no le parecía algo malo o peligroso.

—No, creo que no. Pero no lo había visto hasta hoy.

—¿Cuándo es lo de Dani? —cuestionó, intentaba cambiar de tema.

—Mañana. ¡Al fin vas a salir de está cárcel!

—No es una cárcel —sonrió.

—¿Lo dices enserio? Que recuerde muchas veces te quejaste de estar encerrada.

—Lo sé, y me disculpo por eso. He aprendido a ver está casa como mi hogar.

—Eso es bueno. Me encanta ver a la vieja Emily de vuelta —agregó y se fue para hablar con Darío que se había acercado.

A Emily de cierta forma le halagaron las palabras de Eleazar, justo ese día había vuelto a usar su vieja ropa. Incluso los zapatos altos habían regresado y estaba trabajando en organizar nuevamente su ropa para que no le costara elegir lo que se pondría.

Para Leo las cosas eran menos fáciles, veía a su hermano emocionado comprando cosas para su futuro bebé, y él por más que intentaba sentirse feliz no podía. La idea de ser papá si le emocionaba, pero no el que fuera con Barbara. El único momento en el que podía sonreír era justo en el que se imaginaba a Emily con él.

—Podrías siquiera cambiar esa cara, yo nunca te he pedido nada —decía Barbara.

Estaban en una clínica, para control del bebé.

—No te molestes de acuerdo, no estaba pensando en eso.

—Me imagino, pensabas en ella como siempre —respondió molesta.

—Yo...

—No digas nada Leo, y sabes qué, mejor espérame aquí afuera, no tengo ganas de verte la cara allá adentro.

Justo en ese momento la habían llamado, por lo que entró sola al control.

Estaba a punto de cumplir dos meses de embarazo, aunque tenía alerta de aborto por lo que había estado guardando mucho reposo. Barbara en todo momento se había mostrado muy digna y cuando se dio cuenta que Leo ya sabía lo del embarazo le molestó mucho, pero no le quedó de otra ante la insistencia de todos que le permitiera a Leo ocupar su lugar, como el papá del bebé.

Huracán ✔️Where stories live. Discover now