Capítulo 39

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—¡De vuelta a casa! —exclamó Lara al momento de poner un pie en tierra.

Layo solamente la vio y le sonrió.

Tampoco podían detenerse mucho, ya que debían apresurarse lo más que pudieran.

—Mi patrón y su esposa los está esperando —agregó Lagarto—, espero hayan tenido un bonito vuelo.

—Uno muy interesante —respondió Tony.

—No sabía que Pájaro estuviera casado —susurró Barbara.

Era a la única que habían mantenido alejada de las noticias sobre Emily y Pájaro.

Su comentario fue suficiente para que los nervios volviesen a apoderarse de Leo, estaba a nada de volver a verla y no podía evitar por más que podía no sentir nada.

Prácticamente llegaban a la hora del almuerzo, gracias a que la avioneta había llegado mucho más antes de lo previsto.

—No sabía que Eleazar vivía tan bien —bromeó Tony, al momento que entraron por el portón.

Desde la entrada se podía ver a la perfección la gran hacienda. Lagarto solamente lo vio de reojo muy serio.

Eleazar había dado la orden de que los bajaran con mucha normalidad, por la seguridad que tenía no le preocupaba en lo absoluto que los vieran ya que estaba cien por ciento seguro de que dentro de la hacienda estaban fuera de peligro.

—¡Bienvenidos! —prorrumpió Eleazar al momento en que bajaron del auto.

Layo lo saludó con un caluroso abrazo.

—Emily —saludó Layo.

Leo no había querido voltear a verla, como ella tampoco. Pero al momento en que Layo pronunció su nombre no pudo evitarlo y fijó su mirada en ella, fue un momento en el que sus miradas se cruzaron nuevamente.

—¡Lara! —exclamó Emily, luego de notar con sus propios ojos el embarazo—. Te ves hermosa —dijo y la abrazó con fuerza.

En el tiempo que estuvo con Leo, se habían vuelto buenas amigas.

Poco a poco se fueron saludando. Barbara se había quedado en shock al darse cuenta que Emily era la esposa de Pájaro.

—Que gusto volver a verte —comentó Barbara, no se sentía cómoda, aunque supiera que Leo estaba con ella y viera que Emily ya estaba con alguien.

—Igualmente Barbara y felicidades por el bebé.

Emily tragó saliva al momento de decirlo.

Leo sintió como si le hubiera clavado algo en el pecho al ver al amor de su vida felicitando a la mamá de su hijo. Deseaba hablar con ella y aclarar todo, pero no tenía el espacio para hacerlo, especialmente porque había un anillo que lo devolvía a la realidad, que marcaba que cada uno estaba escribiendo una nueva historia.

—Imagino que están muy cansados, por lo que les voy a suplicar que se acomoden y cuando estén listos bajen todos. Hay cosas importantes que hablar y necesitan estar totalmente despiertos para escuchar —indicó Eleazar.

Por más que tratara no le era del todo fácil tener a Leo allí, y más, sabiendo que había sido el novio de Emily.

Para Leo tampoco era fácil estar en aquella casa, sobre todo porque había muchas fotografías de Eleazar y Emily por todos lados y lo peor, en todas; ella se veía feliz. No solamente había fotografías recientes si no que muy viejas, eso hacía que sintiera como si su mundo se desmoronara más de lo que estaba. Sabía que de cierta forma había sido su culpa en el momento en el que con arrebato, tomó la decisión de dejarla.

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