Capítulo 33

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Eran muchas las emociones en ese momento, Emily apenas daba crédito a lo que acababa de escuchar. Rosa salió por lo que a ella le tocó alejarse de la puerta, y antes de que alguno de los dos notara su presencia prefirió irse a su habitación.

No daba crédito a las palabras de Eleazar, que la señalaban como el amor de su vida. Y aunque se sorprendía, había algo aún más sorprenden, estaba amando saberlo.

Hubiese querido correr y abrazarlo, pero aquel sentimiento que sentía aún por Leo le hacía que el hecho de pensar en Eleazar de una forma muy diferente a la de amigos era complicado. Estaba decepcionada de Leo, y enfadada con él; pero aun así no podía ir en contra de lo que su corazón le dictaba; estaba confundida.

Para Eleazar no había sido fácil el repetir nuevamente aquello que en ese momento le atormentaba, las cosas no estaban como para pensar en amoríos, al contrario; tiempo para eso era lo último que había.

Luego que Rosa salió de su despacho, prefirió quedarse un momento a solas, se sirvió un trago y comenzó a meditar la situación. El tiempo que Mouro le había dado para casarse con Emily era muy poco, y por mucho que la amara sabía que no era la forma en la que hubiera querido que se dieran las cosas. Tampoco quería obligarla, por lo que eran muchas las salidas en las que pensaba; el punto en contra: en todas él salía perdiendo.

Ya habían pasado muchos días de la vez que habló con el papá y hermano de Emily, por lo que aprovechando que al siguiente día tendrían el bautizo del bebé de Dany, pensó que sería buen momento para poderse reunir y no despertar sospechas. Para eso necesitaba hablar con Emily seriamente sobre el asunto, por lo que luego de quitar su corbata y dejarla sobre su escritorio, con vaso en mano subió a su habitación.

—Necesito que hablemos —dijo.

Entró sin tocar la puerta, y como cosa rara a Emily ni siquiera le importó.

Ninguno de los dos estaba como para recordarse de los modales o de las faltas.

—¿Sobre qué?

—Sobre la boda —agregó, y bebió un poco—. Creo que tenemos poco tiempo. Además, por si no lo recordabas mañana tenemos el bautizo del bebé de Dany.

—¿Mañana? Creí que era en dos días.

—No, es mañana. Pero... creo que no es el tema importante en esta ocasión.

—Eso creo —subió los hombros.

Mostraba a la perfección lo nerviosa que estaba.

—¿Qué opinas tú? O, mejor dicho, sé que no es una opción, por lo que mañana me tomaré el atrevimiento de pedirle a tu papá y hermano que nos acompañen en el bautizo, y así cuadrar la forma de sacarlos de país de una vez por todas.

—Pero... ¿Eso te afectaría a ti?

—Eso no importa ahora Emily.

—Claro que sí, importa mucho. Quizás a ti no, pero a mí sí.

—No me voy a casar contigo por esto, es una locura ­—dijo.

Su tono fue fuerte.

—¿No?

—Salimos a las nueve de la mañana —agregó y salió de la habitación.

Emily se quedó sin palabras, sentía un mar de sentimientos. Era como sí el recuerdo de Leo simplemente se desvaneciera y en cambio Eleazar ocupara el primer lugar. Era una lucha constante: enojo, frustración, decepción y amor. Justamente era la última la que más afectaba. Se había enamorado de Eleazar sin haberlo notado.

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