Capítulo 50

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La historia de Mariza y Leo indicaba de una forma muy extraña, ambos con sentimientos confusos, pero al mismo tiempo con un destello de amor que jamás imaginaron sentir como sucede con cualquier enamorado; difícilmente piensas o deseas enamorarte de esa persona simplemente así por así, solamente sucede. Y eso era lo que pasaba.

A Leo le impresionaba la inocencia que había en Mariza, era como si se volviera loco por cada mirada que le dieran, ella era simple; esa era la mejor palabra para describirla. Pero era exactamente esa misma simpleza la que devolvía a Leo a la realidad que siempre había anhelado.

Es cierto que el amor no sucede por lo que queremos o buscamos, simplemente sucede. Y para suerte de Leo, Mariza llenaba todo, completamente todo; entre lo que quería, deseaba, había buscado y lo que sentía.

—Lamento el engaño —decía Leonardo como décima vez.

No terminaba de sentirse cómodo al haberle ocultado la verdadera razón de que saliera y se alejaran por un momento de todos.

—Es enserio, todo está bien —respondió ella acomodándose el cabello.

No podía evitar que su piel se erizaba con la situación, Leo estaba manejando sin dirección. Era la primera vez que se adentraba a una aventura que no tenía nada que ver con huir o esconderse.

—Estás un poco nerviosa ¿Es por mí? —preguntó él.

Su puño apretó la palanca del auto con fuerza. Temía que dijera que sí.

—No exactamente —respondió con cierta timidez.

—¿Puedo saber por qué entonces?

—Es la primera vez que siento libertad.

Su mirada era de cierto asombro.

—No comprendo.

—Toda mi vida estuve encerrada Leo, primero mi papá, luego Eleazar. Es la primera vez que viajo en un auto sin sentir que mi vida está a punto de terminar.

—Me gustaría que pensaras que está a punto de comenzar.

—Eso parece ­—sonrió.

—¿Sabes lo que es la adrenalina? —preguntó fijando su mirada en ella.

—Eso creo, siempre he sentido que el corazón se me sale con cada huida que me tocó vivir. Una locura por completo.

Leo solamente sonrío, y comenzó a acelerar poco a poco.

—No me refiero a esa adrenalina, si no que a aquella que se siente por vivir al máximo.

—Nunca lo he hecho.

—Bien, pues entonces creo que me gustará ser el primero, agárrate bien —sonrió y comenzó a acelerar poco a poco.

La vida de Mariza no había sido fácil, el estar en un auto sintiendo como su vida podía terminar en un momento gracias a la adrenalina del momento de un motor a muchos kilómetros por hora, la llevaban a una vida nueva, completamente nueva.

Toda su vida, había estado encerrada, cuidada por los hombres que trabajaban para su papá y luego para Eleazar.

Leo le estaba mostrando un poquito de un mundo totalmente desconocido, pero que la hacían sentir las mejores emociones de su vida.

Las emociones estaban a mil por hora, para Leo aquello era también completamente nuevo. La última vez que había disfrutado tanto la velocidad en un automotor, había sido en compañía de Emily; ahora era completamente distinto y su compañía se volvía una chica que lo enloquecía a tal grado de desear jamás bajar del auto.

Huracán ✔️Where stories live. Discover now