Capítulo 30

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A primera hora del día siguiente en la oficina de Mouro se escuchaban unos gritos, estaba molesto por lo que había sucedido en casa de Bustillo, él planeaba encontrar pistas para dar con los Burgo, sin embargo, se había llevado nada.

—¡Cálmate por favor! —suplicaba una rubia.

—Me mentiste —dijo muy molesto.

La sujetó del pelo con fuerza.

—Me estás lastimando, ¡suéltame! Te juro que yo los vi, Leo dijo que ella era su novia, lo gritó a los cuatro vientos. Incluso no le importó que Barbara su ex novia estuviera allí.

—Lo sé, ella lo dijo. Me lo dijo tal y como tú me lo dijiste.

—Debe de haber algún error. Te aseguro que con lo posesivo que es Leo, si el se entera que ella está con otro, se va a molestar y entonces la verdad se va a saber.

—Más te vale tengas razón Maya, si no, le tendrás que ir a hacer compañía a mi difunta esposa a un lugar en el que ni flores te van a llevar.

Maya no sabía que Leo había salido del país en el momento que buscó a Mouro, lo hizo por lo furiosa que estaba por la noche en las carreras. Vio la forma de vengarse, pero nunca pensó en que las consecuencias no eran solamente para Leo, sino que también para ella. No conocía a Mouro, y por la misma ignorancia el ir a hablar con él, le pareció buena idea.

Cuando salió de la oficina, la policía a la que en su momento Eleazar había amenazado; le logró tomar una fotografía, la cuál se la mandó de inmediato a Darío.

—¿Sucedió algo? —preguntó Eleazar al ver a Lagarto entrar al comedor.

—Me acaban de enviar está fotografía, todo indica que es la informante de Mouro.

—Encárgate de ella, y cuando esté en las celdas me avisas.

—Como usted diga patrón.

—Lagarto —interrumpió antes de que se fuera—. Primero desayuna y deja de decirme patrón, con que me digas mi nombre basta.

—Como usted diga —sonrió Darío un poco apenado.

Eleazar seguía intentando ubicar a Layo, pero no tenía éxito. Esa mañana había amanecido más serio que nunca, le preocupaba que su mamá y Lizardo iban a llegar con su familia, y estaba convencido que a su hermano no le iba a hacer ninguna gracia ver a Emily allí.

—¡Buenos días! Creí que me ibas a esperar para desayunar —saludó ella.

—Tengo muchas cosas que hacer, hoy viene la familia —dijo, y se levantó muy serio.

—No lo vayas a tomar personas, es que viene Lizardo y será algo extraño, ya que nunca había traído a ninguna mujer a vivir aquí —comentó Rosa.

—Así que voy a conocer a su familia —sonrió ella.

—¿Y esa sonrisa?

—Pues, no sé si recuerdas, pero siempre quise conocerlos, nunca se dio la oportunidad así que... no sé, me emociona de cierta forma.

—Son muy especiales, y ya verás una faceta muy diferente de Eleazar cuando juegue con sus sobrinos.

—¡Qué cambios tan interesantes!

—¿Por qué lo dices?

—Anoche estábamos con el alma en un hilo, y hoy tenemos la oportunidad de pasar un día en familia.

—Es parte de la vida, ya te acostumbrarás.

Emily no pudo evitar pensar en su familia, siempre habían sido muy unidos y en ese entonces cada quien estaba por su lado. Había pasado mucho tiempo sin ver o saber de su madre, y tampoco sabía de su papá. Desde que se había quedado con Eleazar solamente había hablado una sola vez.

Huracán ✔️Where stories live. Discover now