🥀Capitulo XXXVI: La Fuga🥀

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FEDERICO GARIBALDI

Las personas tenemos el poder de transformar el mundo por medio de las palabras.

Podemos herir.

Podemos curar.

Podemos cambiar.

O mandar todo a la mierda en quince segundos.

Buen resumen, Julliard.

La he cagado de nuevo.

No suelo defenderte, pero esta vez la culpa la tiene el bufón de Ferro.

No estaba planeado que Elena me besara y su debut en una mesa de billar. Solo sucedió, de manera natural y extraordinaria, dejando una dosis de serotonina que jamás he experimentado.

Aún no encuentro una palabra que defina lo que pasaba por mi cuerpo mientras me perdía en su interior. La fricción en cada impulso, el contacto genial hacia el paraíso orgasmico a pesar de su inexperiencia. La recepción y la insistencia de Elena en traspasar los límites que cualquier persona debe tomar si conlleva un debut que me ha deslumbrado.

Pero...

La rasgadura del preservativo la noté mientras Elena manifestaba sus pensamientos en voz alta, haciendo que cualquier pensamiento positivo se esfumara, preparándome psicológicamente para el frenesí de la carrera contrarreloj en la que nos encontramos. No obstante, verla tan vulnerable y abatida, como si hubiera cometido un crimen me desarmó, queriendo viajar en el tiempo para evitarle el desazón de sus lágrimas.

Para poner en marcha la reparación del daño, primero debes estabilizar la herida :

El primer paso y mi deber primordial, era estabilizar emocionalmente a Elena.

El segundo paso,era amortiguar la bomba.

No podía soltar sin filtro que podría estar embarazada.

Y fue exactamente lo que hiciste.

Ahora cargo con la responsabilidad de mis palabras y de la histeria de mi vecina que no para de caminar de un lado a otro, a nada de crear una zanja con sus pies.

Y no es para menos.

Claro que no, estos percances pueden ocurrir y no es culpa de nadie, pero muchos se olvidan que los anticonceptivos de ambas partes pueden fallar. Lo importante es cómo manejar situaciones delimitadas de esta categoría, puede definir el grado de madurez tanto para uno como la percepción de tu contraparte.

¡Pues entonces haz algo al respecto, Julliard!

Me intercepto en su camino pero ella no se percata de ello, está hablando en el idioma de esa novela rara que Cyrus mira para torturarme.

― ¡Pero ni a Rosalinda estando con Marco Aureliano en un establo le pasan estas cosas!

Sigue caminando como si nada, esquivándome.

Ni que fuera una planta para ser esquivado.

Fais quelque chose, Julliard!

En la oportunidad que veo que sus manos están lo suficientemente alejadas de su torso, las tomo encontrándome con sus ojitos marrones muertos de miedo.

Si no fuera porque está al borde la demencia, se ve adorable con aquellos destellos en sus ojos.

― Vamos a salir de aquí.― le aseguro mientras la veo hiperventilar. ― Iremos a mi casa, tomarás una pastilla del día después, descansarás el fin de semana y te conseguiré un turno de emergencia con Olga para que nos respalde.― agregó. ― Vamos a salir de esta, juntos.

El Rechazo Duele ✔️ [Padecientes #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora