🥀Capitulo IX: El Castigo🥀

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Daria lo fuera por quedarme la vida entera en la comodidad de mi habitación con mi dañado corazón y esperar que mi sufrimiento se quiera ir o consumirme de a poco hasta desaparecer

La pena no es causa de muerte

Cállate que lo único para lo que sirves es para dar ilusiones infundadas.

La fuerza sobrenatural de vestirme en este lunes donde solo quisiera estar escuchando y perderme en canciones tristes que le den el mimo a mi roto corazón.

Elijo un sweater de color beige de lanilla, una falda de color azul marino acorde a mis cancanes negros, mi campera de corderoy de color roble y mis borcegos negros. 

Esto tiene dar una buena impresión.

De no ser por la llamada de atención que gane por solo comentar mi pequeño desliz, no estaría frente al espejo tapando mis ojeras y todo rastro de haber estado llorando todo el fin de semana.

Decido atarme el cabello con una media cola de caballo con uno de mi pañoleta favorita, la del diseño entre cuatro colores que me recuerdan las banderas de Inglaterra como de U.S.A.

Arrastro mis pies hacia el angosto y grisáceo del pasillo de mi habitación hacia las escaleras, bajando por aquellos escalones de madera oscurecidos por la luz natural que entrar por la pequeñita ventana del recibidor de la puerta de roble con un vitral de distintos colores.

Recorro el desolado y pequeño living que consiste de dos sofás de largo respaldo de una hermosa tela mostaza con diminutas flores de cadis de color negro, un televisor de tubo Sony de 29 pulgadas, una mesa ovalada ratonera y un pequeño estante donde se alojan recuerditos de las aventuras de mi abuela en su juventud junto con un cuadro que habrá pintado mi madre cuando vivía con nosotras.

Mejor que se fuera, no nos hacia ningún bien esa mujer.

La sola mención me amarga mi golpeado autoestima, procediendo a sentarme en una de las sillas de la cocina y esperar que mi abuela termine para alimentarme.

Mientras tanto, me pierdo al ver como descienden las gotas de la ventana hacia el marco de la misma.

Tan fácil es la vida de la gota, no tiene sentimientos y su tarea de su mera existencia es tan sencilla, solo desciende del cielo hasta estrellarse a un punto para convertirse en agua.

—Come bien que anoche te dormiste sin cenar, Abigail—me reprende al colocar un bol lleno de cereales Zucarita con distintos frutas disecadas seguido de unas tostadas con mermelada y queso untable, jugo de naranja y un trozo de su famoso pie de manzana, aquel que era mi pedido para dejar de llorar.

—Por favor, solo Elena—le suplico con mi voz cansada. Por dentro estoy lidiando con el nudo en mi garganta.

Si, estoy dolida y mi corazón aun no es demasiado fuerte como para enfrentarlo.

—Solo come y te llevare.—Declaró y me dejo comer sola en la cocina para ver el noticiero.

Suelto un gran suspiro pero antes de llevar mi cuchara rosa con una coronita de princesa plateada al bol de cereales con miel y frutas disecadas, me llega una notificación de Facebook.

Que extraño, no uso Facebook desde hace años y solo mantengo mi cuenta por hacer mi perfil de Instagram de empresa para tener las estadísticas.

No es que me importen los números de vistas o likes pero parte de mi perfil son de mis clases contemporáneas y un par de consejos para quererse a uno mismo entre otras fotos personales.

Debemos hacernos bien en este mundo de tanto mal.

Una de mis tantas frases inspiraciones.

Luego de colocar mi dedo para desbloquearlo me encuentro con la notificación como si le tiraran limón con sal a mi pobre corazón.

El Rechazo Duele ✔️ [Padecientes #1] Where stories live. Discover now