🥀Capitulo XXXI : La Balada Del Corazón 🥀

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FEDERICO GARIBALDI

Otra mesa llena de clichés que tengo que limpiar.

La vida del trabajador es dura, Garibaldi.

Gracias por mencionar lo evidente, señor sabelotodo.

Luego de cumplir dieciocho Y mis padres me hayan pagado la universidad, sosteniendo la carrera de Elena en paralelo, pese a que la misma expresó que podía hacerlo por su cuenta (aunque a las tres semanas tuvo que dar su brazo a torcer), cualquier gasto extracurricular implicaba tener que ganarlo de manera honesta y auténtica. En un principio, mi madre se rehusó a la idea de que hiciera ambas cosas con tal de conseguir mis propios libros (ya que no entraban en el paquete de la universidad) pero como también parte de mis ahorros se utilizaba en salidas de grupo, dejó su negativa atrás.

Pero eso no le impidió regañarnos por tener uso de nuestros ahorros.

No por ser el hijo del Jefe del hospital tenía los estudios gratis, solían hacerme un descuento de un veinte por ciento pero en cuestiones generales, salvó en determinados rubros, era un paciente más que necesitaba medicamentos, condones o algún que otro arreglo odontológico alrededor del año, y aveces solo eran píldoras para calmar el estrés en época de exámenes finales para mis amigos.

Esos que no nos dejan dormir.

Fred y Owen siempre tan buenos padrinos mágicos que me pusieron por el doble de mi paga mensual a realizar todas sus respectivas tareas mientras gozan de sus merecidas vacaciones en Las Bahamas.

Más bien era un viaje de aniversario de otras personas pero dado las cosas en casa, alguien tenía que viajar en su lugar.

Internamente les agradecí por tener un lugar donde refugiarme de la constante tensión entre mis padres, cada día es peor desde hace un tiempo pero últimamente no pueden estar ambos en el mismo piso sin querer arrojar algún adorno o un mueble, sobretodo mamá, que últimamente no quiere callar más sus pensamientos de como va a ir en contra de su juramento.

Nos estaría haciendo un favor, si eres buen hijo como ella suele pensar.

Luego de ver que quedó decente a pesar de las rasgaduras de madera que nadie verá, limpio y encero el piso con mi playlist de motivación anímica a todo volumen.

Así le dice a su playlist donde solo hay canciones de Ross Lynch.

¡Callate, Señor Sabelotodo!

Desinfecte la barra para después encargarme en el depósito de las botellas que quedan para esta semana y cuales hay que reponer, repuse el itinerario para no olvidarme de que debo pagarle en estos días a Bob y Dave por no dejarme a la deriva. También anoté que se necesita un empleado para la sección de bolos, ya perdí la cuenta de cuantas zapatillas se han extraviado por no retener colores o diseños.

En mi defensa, son muchos pies.

Estas semanas han sido agotadoras, no he estado en mi propia casa por dos largas semanas y solo extraño mi cama, el resto de las cosas, las he traído a la habitación provisoria que Fred y Owen hicieron para mí desde antes de mi nacimiento. Estos hombres no tenían idea de que sería, ni cómo sería pero siempre hicieron todo lo que estuviera a su alcance para darme al menos una mano, hasta cuando menos la merezco.

Merecer, que tan lejana es esa palabra de mí.

Lejos de tener oportunidad de volver a hablarle a Elena en mi intento de héroe, solo fui un estorbo de una desaparición, donde mi mejor amigo complotó con la indomable de Summer Ryder de dejarme en el calabozo y fugarse para ser parte del operativo y traer a mi manzanita...

El Rechazo Duele ✔️ [Padecientes #1] Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu