🥀 Capitulo XXXIV: El Arte Del Billar 🥀

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ELENA

Acidez.

Siento acidez en el estómago.

¡Y no tiene que ver con mis caramelos ácidos!

En realidad la palabra idónea para la sensación que recorre toda tu anatomía es aspereza.

Áspero.

Así siento el alfombrado del pasillo.

Áspero.

Profundamente áspero.

Como mis ilusiones y mis abruptas decepciones.

Un cóctel explosivo considerando que hace menos de quince minutos me estaba dando ánimos para invitarlo a salir y luego lo veo follando con, nada más y nada menos, que la insufrible de Mia Storm.

Como si no tuviera un novio.

Eso no es de tu incumbencia, Elena.

Claro que no, pero no por eso es como si dejara de importarme el mero hecho de que alguien está siendo lastimado sin notarlo.

No te debería importar alguien que no tuvo la hombría de decir en la cara, siendo tu amigo, que tenía una relación con alguien que tuvo que ser de manera humillante su anunciación.

Tal vez, pero no ser igual a las personas que te hirieron habla más de uno mismo que de los demás.

Ser buena persona apesta, sobre todo cuando su corazón herido vela por personas que no lo merecen en realidad.

Realidad, un concepto bastante decepcionante y fascinante que se encuentra en un balance perfecto que determina si vivirás las más grande de las aventuras o descenderás hacia las profundidades de la agonía humana.

Una áspera agonía.

Y solo resultó ser igual, fornicando delante de mis narices con la persona que silenciosamente no tolero tener en el mismo espacio pero que la vida me coloca enfrente mío como una humillación de la cual no parece que tuviera escapatoria alguna.

¿Qué mal he hecho para merecer este mal karma?

Se supone que a las personas que obran en función del bien suelen ser recompensadas por el universo el doble de su gratitud sin interés de por medio. No obstante, por más que actúe de manera correcta y empática, suele ser más un verdugo que una retribución a mi buena acción.

Un maldito verdugo.

¿Verdugo?

Verdugo, ¿Verdugo?

¡Verdugo!

Carajo, el verdugo.

Tardé en reaccionar como para preparar mi bomba de humo de mi cinturón que tuve que esquivar el roce de su hacha de utilería en un pestañeo, de lo contrario no seguiría en competencia. Me deslice para quedar a sus espaldas pero quien personifica a la figura corpulenta y feroz habrá premeditado mis movimientos, persiguiéndome a pasos agigantados. Poco a poco, siento que mis pulmones piden aire renovado y calmado pero mi posible cabeza me da la orden de que continúe en mi afán de huir a descansar un segundo y perderme ese bono.

No pasé por tantos juegos de ingenio como para perder por decapitación.

Estoy más cerca de encontrar la calabaza que de perder la cabeza.

No tientes contra el destino, Elena.

Corro y corro, hasta que, en un mal movimiento me hace tropezar, caer y estamparme contra el alfombrado de color bordó. Mi cuerpo emana en su derecho pinchazos de las zonas impactadas, como mi cabeza de levantarme y seguir.

El Rechazo Duele ✔️ [Padecientes #1] Where stories live. Discover now