Capítulo XXI

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Varios días después...

POV: Martin

Llevábamos varias semanas aquí y cada vez éramos menos , quedábamos 10 y nos daban mucha pena los compañeros que se habían ido pero nos alegrábamos porque sabíamos que muchos de ellos ya estaban sacando canciones fuera.

Hoy me había despertado a las 8:00 y Noe aún no nos había llamado. Cuando abrí los ojos lo primero que vi fue la espalda de Juanjo, estaba durmiendo profundamente, lo sabía porque le oía suspirar. Desde el día en que me dijo lo que sentía habíamos dormido siempre juntos pero cambiándonos de cama, una semana en mi cama y otra semana en la de él.

Me dediqué a mirarle durante unos minutos que me parecieron horas, cuando estaba con él el tiempo se detenía, todo se paraba a nuestro alrededor. Segundos después se dio la vuelta y pensé que se había despertado pero seguía durmiendo así que me dediqué a observar su cara. Me fijé en sus pestañas, que siempre le decía que eran muy largas, en su nariz, que me encantaba aunque a él no, y por último, reparé en sus labios. Esos labios que tanto me gustaba besar, esos labios tan delicados pero a la vez carnosos, podría estar toda mi vida mirándolos. Decidí hacer otra cosa.

- Juanjo, ¿eztáz dezpierto? - le dije con voz de bebé.

- ... - sólo oía sus suspiros, quería hacer una cosa pero me daba mucha pena despertarlo.

Le di un beso para despertarlo pero aún así no lo hizo, se ve que hoy estaba demasiado cansado porque se despertaban así todos los días.

- No quiero despertarte porque sé que has estado hasta tarde ensayando, no sé qué hago hablándote porque estás durmiendo pero bueno aprovecho para decirte que te quiero mucho. Me encantan tus labios, podría pasarme toda mi vida besándote sin parar pero lo que más me gusta son tus ojos. Sé que no eres capaz de mirar a los ojos a la gente pero quiero que sepas que es lo mejor que existe, mirar a los ojos es algo apasionante, saber cómo se siente una persona sólo con una mirada. Ojalá que llegue el día en el que nos quedemos despiertos hasta tarde mirándonos a los ojos y diciéndonos todo lo que nuestros labios callan. Ojalá escuchar música contigo mientras nos miramos, ojalá hacerlo todo pero contigo a mi lado; porque si no es contigo nada tiene sentido.

Lo que no sabía era que Juanjo estaba escuchándolo todo. Martin le dijo todo esto susurrando porque lo que menos quería era despertarlo; Juanjo había estado ensayando hasta tarde y sabía que estaba cansado porque cuando llegó a la cama sólo le dio tiempo a abrazarle y acariciarle el pelo. Se dieron las buenas noches y un beso y Martin ya empezó a escuchar los suspiros relajados de Juanjo, señal de que se había quedado dormido. 

Martin se dispuso a levantarse en silencio y lentamente para no despertarlo y dirigirse a la cocina para coger agua y aprovechar para vestirse antes de que viniera Noe. Cuando se dispuso a levantarse alguien le tiró del brazo y lo volvió a empujar hacia la cama cayendo encima del mayor.

- No te vayas - susurró Juanjo entre sueños poniéndole una mano en la espalda.

- ¿Estás despierto?

- ...

- Tienes que soltarme el brazo, quiero ir a coger agua.

- ...

- Juanjo, suéltame el brazo por favor, ahora vuelvo.

- ...

- Lo estás haciendo adrede, ¿estás despierto y me estás escuchando perfectamente verdad?.

- ...

- Te juro que como no me sueltes voy a empezar a hacerte cosquillas y no voy a parar.

- ...

Cuando Martin hizo el amago de hacerle cosquillas a Juanjo vio como el mayor se levantaba y le cogía los brazos para que no hiciese nada. Le empujó de nuevo a la cama y le abrazó para que no le hiciese cosquillas.

- Eres un tonto, ¿por qué no contestabas?. Estaba yo aquí hablando solo. - le dijo Martin haciendo un puchero.

- Me encantan tus labios Martin, podría estar toda mi vida besándote sin parar.

Martin le golpeó en el brazo y se separó de él riéndose.

- Me has escuchado todo y no has abierto los ojos, eres un capullo.

- Es que me estaba encantando lo que estaba oyendo, tengo que aprovechar cuando me lo dices que no es algo que oigo habitualmente de tu boca.

- Serás descarado, si te lo digo todos los días.

- ¿Ah si?, pues creo que no es suficiente, creo que vas a tener que decírmelo cada hora.

- Si quieres te lo digo cada minuto aunque igual te acabas cansando de mí.

- Eso nunca, ni lo pienses; no te vas a librar de mí tan fácilmente.

- Igual necesito eso de vez en cuando, librarme de ti un rato no me parece tan mala idea -  dijo Martin con una risa disimulada.

- ¿Soy tan pesado? - dijo Juanjo poniendo cara de bebé.

Sabía que Martin no se podía resistir cuando le ponía esa cara y estaba en lo correcto porque el menor no pudo hacer otra cosa que darle un beso y pegarse todavía más a él.

- ¿Ahora quién es el pegajoso Martin?

- Si quieres me separo, no tengo ningún problema.

Cuando Martin hizo el amago de separarse de él y soltarle el brazo Juanjo se lo agarró y se lo puso detrás de su cabeza como si fuese una almohada.

- Ni se te ocurra, como te separes te muerdo el brazo.

- Era una broma, ¿crees que pudiendo tenerte a mi lado voy a separarme de ti?

- No lo sé, viendo como empezamos...Si yo fuera tú no sé si querría estar con una persona como yo.

- ¿Cómo tú?

- Una persona que desde el primer día te apartó y te hizo daño, una persona que te gritó, alguien que no te valoró como te merecías.

- Tú no eres así Juanjo, sé que tienes una coraza y sé que nos va a llevar tiempo arrancarla pero sé que cuando se rompa vas a ser tú sin miedo a nada. Sé que a veces te dan impulsos y que dices cosas de las que luego te arrepientes pero sé que tu intención no es hacer daño. Sé que me quieres, puede que te hayas equivocado pero ya está olvidado, eso ya ha pasado y no tiene sentido darle más vueltas.

- Gracias por haber aparecido en mi camino Martin, creo que eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Has llegado como un huracán a mi vida, decidido a tirar con todo, me has cambiado y eso es algo que nunca sabré cómo agradecerte.

- No tienes que hacerlo, es algo que iba a ocurrir tarde o temprano.

- No te equivoques, si no fuera por ti no habría ocurrido. Sin ti no sería capaz de cambiar, no sería lo suficientemente valiente para mirar a la cámara y darte un beso sin importar lo que le diga la gente, no sería capaz de ponerme unos pantalones anchos y no sería capaz de mostrar mis hombros. Has hecho que mis complejos desaparezcan, has hecho que me mire al espejo y me sienta seguro y eso es algo que hay que agradecer.



 


Reescribiendo las estrellasWhere stories live. Discover now