Cap. 14 - Oscuridad.

63 6 0
                                    

Adriana

Subí las escaleras y me quedé pensando en sí debía de hacer la tarea o no. Igual tampoco la revisaban los profes.

Me había quedado un pedacito de pizza de ayer. Que mi mamá había traído de su trabajo. Su jefe siempre le daba cosas para nosotros, sus hijos, o para ella. Pero mi mamá siempre nos lo daba todo a nosotros, es un amor mi mami.

La recalenté y la acompañe con un vaso de agua, ya era algo tarde. Mi hermano todavía no despertaba y mi mamá no sé a qué hora iría a llegar. Espero que no muy tarde, a veces cubría horas extras y llegaba re cansada.

Sonó el teléfono de la casa, y fui corriendo antes de que mi hermano se levantará, siempre que se levanta por algún ruido se vuelve re insoportable.

- ¿Hola? - Contesté el teléfono en voz baja, ya que mi hermano estaba acostado en el sillón detrás de mi.

- Hola Adriana, soy Gustavo. - Sonreí inmediatamente reconocí su voz. - Sólo quería saber si sigue en pie lo de ir a verte hoy. - Por su voz, noté que estaba algo nervioso. Me dio algo de ternura.

- Sí, sí, sí. ¿Te espero acá? ¿O querés que nos veamos en algún lugar? Así no caminas tanto.

- No, No, yo voy a tu casa, no te preocupes. - Insistió, yo insistí de vuelta.

- En serio, si querés nos vemos en algún lugar. - Gustavo me negó de nuevo y dejé de insistir.

- No, te veo en tu casa. - Colgó después de despedirse.

Resoplé, me fui a mi pieza, me puse algo cómodo, o sea, mi pijama, y acomodé un poco las cosas que tenía por ahí tiradas. Gustavo no tardó mucho en venir. Tenía la luz de mi habitación encendida y creo que por eso fue a la ventana y no a la puerta para tocar.

- Ché, abrí - Pude escuchar, aunque fue algo silenciado por el cristal de la ventana, que todavía estaba cerrada.

Yo negué sonriendo y fui a levantar la ventana.

- Te vas a venir matando si te caes. - Levanté la ventana y él entro.

- Sí me caigo me caigo de pie. - Hizo una mueca rara. A lo que yo reí.

- Y sí, sos tremendo gato - Me tenté aún más y el me miró serio.

- Me herís mis sentimientos - Fingió dolor y se llevó una mano al pecho.

- Bueno, ya, re dramático - Él río junto conmigo.

Él se acomodo en mi cama. Y me miró fijo.

-¿Tu hermano y tú mamá están acá? - Susurró cómo si fuese algún secreto prohibido.

- No, solo está mi hermano, pero está dormido en el sillón. - Me levanté de hombros y él asintió.

- ¿A qué viniste? - Pregunté después de unos momentos de silencio.

- No sé, ¿No estuvo bien? - Me preguntó preocupado.

- No, no es eso. - Todavía no me acustumbraba a qué él me visitará casi todos los días. A pesar de que es mi novio.

- ¿Entonces qué? - Me miró de nuevo.

- Es qué todavía no me acustumbró - Respondí sentándome a su lado, seguía teniendo su mirada fija en mi en cada movimiento que hacía.

- ¿Acustubrarse a qué? - Preguntó frunciendo el ceño.

- Bueno, a qué seas mi novio - Susurré ladeando un poco la cabeza.

- ¿Acaso nunca has tenido novio? - Bromeó, y él rió, pero al ver mi seriedad dejó de sonreír.

- El último novio que tuve fue hace como 3 años - Me sentí bastante avergonzada. Más por el hecho de que tal vez Gustavo había tenido muchas más novias y yo era una del montón.

𝕃𝕠𝕤 𝕤𝕚𝕘𝕟𝕠𝕤 𝕕𝕖 𝕝𝕠𝕤 𝕡𝕣ó𝕗𝕦𝕘𝕠𝕤 Where stories live. Discover now