Cap. 29 - Nuestra Fe

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Gustavo

Al despertar de mi "siesta" ví a Adri dormida, no sé en qué momento se durmió. Pero sí sé que lo que me gustó es que todavía estuviera conmigo ahí.

- Adri, nena. - Susurré meciendo su cuerpo para despertarla.

Ella hizo un ruido, algo así como una vaca.

- Adri, despertá. - Hablé, está vez con un tono más alto.

- ¿Qué? - Preguntó adormilada. Sus ojos re hinchados, su pelo despeinado y tallando sus ojos. -¿Qué hora es? - Preguntó y yo me levanté de hombros.

- Ni idea. Por eso te despierto. - Se veía oscuro, por lo que pensé que serían pasadas las diez de la noche.

Se sentó en la cama, con una cara de sueño que nunca había visto en ella. Si sabía que le encantaba dormir, pero ella no duerme, hiberna.

Puede dormir diez horas seguidas y seguir teniendo sueño. Aunque bueno, yo también.

Yo me senté al igual que ella, giró su cabeza hacía mi y me sonrió. Le sonreí de vuelta.

- ¿La ropa? ¿Dónde quedó? - Adriana rió levemente.

- Ni idea. - Dije mirando a los lados para tratar de encontrar la ropa con la mirada.

Alcance a mirar mi ropa interior y mis pantalones. Los tomé y me los puse.

Me levanté de la cama y caminé hacía donde está ella rodeando la cama.

Su ropa estaba por ahí en el piso. Revuelta.

Se la entregué y me dio las gracias. Mi playera no sé en qué momento se quedó colgando de la puerta.

La tomé y me reí. Me la puse y también coloqué mis zapatos.

Ella se levantó, envuelta en esa frazada. Yo reí levemente negando con la cabeza.

- ¿Qué? - Preguntó ella siendo contagiada por mi risa.

- No, nada. - Dije todavía riendo. Ella me miró entrecerrando los ojos.

Era algo tarde. Y la familia de ella no tardaba en llegar seguramente. Adriana me dijo que me podía quedar a dormir sin problema. Y en eso habíamos quedado.

Lo que resto de la noche fue bastante aburrido, pero al menos podía hablar con ella.

Sabiendo que en una horas ella se iría a Chile me partía el alma. Aunque ella me prometió que siempre respondería mis cartas y me llamaría todos los días, algo en mi no descansaba del todo.

Cuando volví a la realidad, Adriana me preguntó en qué estaba pensando.

- No, nada importante. - Respondí mirándola a los ojos.

- ¿Seguro?

- Sí, no te preocupés por eso. - Ella me dió una mirada que no reflejaba más que dudas.

Ninguno dijo algo.

Escuchamos un ruido que nos alarmó mucho. Creo que especialmente a ella.

- ¡Adri! - Reconocí la voz de la señora Aura. Inmediatamente miré a Adriana, quién me miraba con muchísima sorpresa.

- Escondeté, ahora. - Ordenó y yo asentí sin rechistar.

Me escondí bajo la cama (sí, un escondite demasiado cliché, pero el único que se me ocurrió) y pude observar la caminata de Adriana.

Se escuchaban leves murmullos y algún que otro movimiento, o más bien, pisadas.

Escuché que Adriana alzó la voz. Pero realmente no le entendí lo que dijo.

Subió rápidamente las escaleras y cerró la puerta.

Salí de debajo de la cama y ella me miró.

Pude notar que tenía los ojos rojos.

- ¿Que paso, amor? - Pregunté al ver que algunas lágrimas caían sobre sus mejillas.

- Me tengo que ir ahora mismo. - Sus palabras me helaron la sangre. Me quedé sin palabras.

- ¿Qué? ¿Pero por qué? - Dije tartamudeando un poco.










🦭🦭🦭

HOLAAAA ya les actualice xd espero les guste (decidí hacer que este capítulo no sea el final, sino el siguiente. Y después lo extra)

Denme ideas para el nombre de la segunda temporada. Por fis 🙏

Ahora sí, chau 🫂🫂🧸

𝕃𝕠𝕤 𝕤𝕚𝕘𝕟𝕠𝕤 𝕕𝕖 𝕝𝕠𝕤 𝕡𝕣ó𝕗𝕦𝕘𝕠𝕤 Where stories live. Discover now