Cap. 21 - No Existes

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Gustavo

Hace unos tres o cuatro días que vi a Adriana por última vez. ¿La quería ver? Sí. Pero no podía, sentía ¿vergüenza? Me enojé conmigo y me desquité con ella.

No me gustaría que se fuera, por el simple hecho de que no sé si ella va a volver. Y no sé, capaz que encuentre a alguien mejor que yo allá en Chile. O a lo mejor, el chico con quién la ví la vez pasada era alguien en su vida que estaba tomando mi lugar. Y eso me ponía muy inseguro, aunque claro, esa misma noche habíamos dado por "terminada" nuestra relación que aunque duro poco más de cuatro meses sentía que íbamos a durar mucho tiempo más. Aunque bueno, ¿Cuál era la probabilidad de que duramos más tiempo? Somos adolescentes y buscamos descubrir nuevas sensaciones y descubrir gente nueva, claro.

Después de mucho pensar, tuve que levantarme de mi cama para ir a la facultad, había faltado dos días seguidos de tanto pensar en Adriana, obviamente.

Me miré en el espejo de mi baño antes de darme una ducha, y mi cara se veía demacrada, cómo si fuera un zombi.

Ignoré eso, y me metí bajo el chorro de agua tibia, tal vez el agua me ayudará a aliviarme un poco.

Salí después de unos diez minutos y me vestí, mi familia no estaba, ya que no había nadie. Bajé las escaleras de mi casa y fui a la cocina para prepararme algo rápido que comer y llevarme algo a la facultad.

Salí de mi casa después de tomar mis cosas y emprendí camino hacia la facultad, caminé varios minutos hasta que finalmente llegué.

En la entrada estaba ella. Adriana estaba hablando con Valentín. Me quedé parado ahí unos segundos, porque no sabía si debía de pasar enfrente de ellos o simplemente pasar por otro lado. Aunque la primera opción se me hizo más factible.

Pude escuchar que Valentín y Adriana discutían, sobre si irse a Chile o no.

Pasé a un lado de ellos y al momento en el cual me vieron, se callaron completamente.

Pude notar como me seguían con la mirada.

Ni siquiera los miré a ninguno de los dos. Estaba más molesto con su hermano que con ella misma.

Entre a mis clases y para suerte mía, un compañero de clase me dijo que hubo una fuga de gas en los días que no fuí. Así que tuvimos que compartir clase con los de otros salones.

- Sentados por favor chicos. - Dijo una maestra que no había visto mucho y no me sabía su nombre. - Cómo ya sabrán, hay una fuga de gas en este edificio y sus clases van a ser movidas a los del otro edificio. Asi que por favor, traigan sus cosas y siganme. - Finalizó y nos espero unos minutos para que juntáramos nuestras cosas.

Yo tomé mi mochila y tuve que esperar a varios compañeros más.

- Antes de todo, evidentemente no todos de ustedes van a ir al mismo salón. - Dijo la profesora mientras caminábamos, con todos mis compañeros y yo tras de la ella. - Cuando lleguemos al otro edificio les voy a dar a cada uno un pequeño papel en el cual va a estar su clase en donde van a estar. Por favor, cuando lleguemos quiero que todos formen una hilera. No importa el orden. - Seguimos caminando ahora en silencio, aunque se oían unos cuantos murmullos de algunos compañeros.

Llegamos todos al otro edificio y justo un poco después de la puerta formamos la fila y la profesora fue entregando a cada uno de nosotros un pequeño papel en el cual estaba escrita la clase y el respectivo maestro que se encontraba ahí.

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