Capítulo 2 : Instituto mixto de enseñanza laica Príncipe Byro

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Las colegialas se echaron a un lado cuando el vehículo azul de la señora Arinsala irrumpió en la calle que llevaba al instituto mixto de enseñanza laica Príncipe Byro. Todos sabían que raro era el día que el automóvil descapotable no ponía a prueba su supervivencia. Su conductora estaba irreconocible bajo el pañuelo y las grandes gafas de sol, pero al mismo tiempo era inconfundible y sabía hacerse notar sin ningún recato o pudor.

—Creo que ese es nuestro nuevo vecino —dijo Pazme asomando la cabeza para aparcar el coche con su habitual estilo que consistía en agitar a todos los tripulantes del vehículo como si fueran ingredientes en una coctelera. Con su posición y dinero, podía permitirse un chófer diferente para cada día de la semana, pero a Pazme le encantaba conducir su descapotable. Se quitó las gafas de sol para inspeccionar de arriba a abajo, con una precisión que solo se podía calificar como milimétrica, al hombre uniformado de cabello oscuro que en ese momento descendía de uno de los coches aparcados—. El capitán Aizoo, creo que me dijo vuestro padre. No lo sé, soy malísima para los nombres.

—¿Solo para los nombres? —masculló Reyja.

—No seas malo —protestó su hermana dándole un golpe en el hombro. Reyja suspiró aburrido y sonrió, su hermana solía ser demasiado inocente y apenas era capaz de captar la broma inherente en el comentario.

—Vamos a saludarle —enunció la mujer bajando del coche y agitando al viento su larga melena de rizos dorados para liberarlos del pañuelo que los había mantenido ocultos—. Tenemos que ser buenos vecinos.

—¿No es muy pronto para coquetear? —preguntó Reyja abandonando el vehículo. Miró sin interés al personaje que señalaba su madrastra. Parecía joven, para ser capitán. Estaba hablando con un muchacho que llevaba el uniforme del instituto. Eso captó su atención; no le resultaba familiar.

—Es muy guapo —cuchicheó Valenda a su oído mientras avanzaban hacia  ellos.

—¿Quién? ¿El capitán? —preguntó Reyja sin entender.

—No, tonto —se rio su hermana—. El capitán no está mal pero me refería al chico nuevo. Es muy guapo. ¿Crees que irá a tu clase?

—No lo sé —respondió él estudiando al muchacho. Su cabello negro le indicaba que no era de la zona, tenía facciones suaves y pómulos prominentes, y unos ojos grandes, muy grandes, pero no por ello saltones, enmarcados en unas largas pestañas oscuras y onduladas. Sí, era un rostro agradable. Casi demasiado—. Parece una chica —sentenció.

—¡Tú sí que pareces una chica! —se enfadó Valenda—. ¿Por qué te metes con él si ni siquiera le conoces?

Reyja se encogió de hombros. No servía de nada discutir con su hermana. No había mediado palabra alguna con él y ya empezaba a compadecer al chico nuevo que había acaparado la atención de la escolar.

—¿Capitán Aizoo? —dijo Pazme ofreciendo su mano. El capitán estaba a punto de subirse a su coche pero se detuvo para saludar a la mujer—. Creo que no nos han presentado aún; soy Pazme Fan-Bilderd de Arinsala, su vecina.

—¿Arinsala? —repitió el capitán estrechando la mano—. ¡La marquesa! —exclamó al entender con quién estaba tratando. Reyja esbozó una sonrisa torcida y se imaginó a su madrastra desplegando toda su cola de plumas multicolores; le encantaban los títulos, aunque no fueran del todo suyos.

—Oh, no, por favor, no hace falta —respondió Pazme con su mejor sonrisa turbada. Tal era su talento, que hasta se ruborizó ligeramente.

Reyja resopló empezando a perder la paciencia. Conocía de memoria la actuación de su madrastra, ahora vendría un invitación a cenar y...

El Alma en LlamasWhere stories live. Discover now