Capítulo 12: En carne viva (3ª parte)

2.6K 190 16
                                    

Eso había sido... vergonzoso. Ahora se daba cuenta de ello. Llorar en sus brazos como si fuera un niño pequeño que necesitaba consuelo.  Y sin embargo, ya no podía contar el tiempo que había pasado desde que estaba en esa postura y no pensaba moverse lo más mínimo.

—Duérmete —le susurró Reyja apartándole el cabello de la cara.

Suke sonrió y cerró los ojos. Los últimos incidentes le habían hecho olvidar que estaban viviendo un tiempo prestado, poco más que una tregua que les brindaba Retto. En cualquier momento, él llegaría y lo rompería todo, resucitando fantasmas y abriendo cicatrices que ya creían cerradas. Suke se llevó la mano al cuello de donde colgaba el anillo que controlaba la voluntad de su amigo. Parecía mentira que un objeto tan pequeño pudiera hacer tanto daño. Tenía que haber algo que pudieran hacer, algo que no significara acabar muerto.

«Si pudiera hablar con mi padre y pedirle ayuda...»

Nunca le había pedido nada. Nunca. Había conseguido quitarle el collar y él... él le había pedido a Kobe que se ocupara de su hijo. Y sabía que tenía motivos de sobras para estar agradecido, Kobe había sido el mejor padre que nunca había soñado tener, pero una parte de él guardaba cierta inquina hacia el hombre que le abandonó. Por su bien, sí, eso lo sabía y era consciente, pero no podía evitar cierta amargura al recordarlo.

—¿Sigues despierto? —preguntó Reyja.

—Como si fuera tan fácil dormir —gruñó Suke, acomodándose en su regazo. Dio un respingo al notar una nueva punzada en su costado que le recordó por qué no se había apoyado sobre él.

—¿Te duele? —preguntó Reyja con preocupación—. Debería verte un médico, puede que tengas algo roto.

—Estoy bien —insistió Suke—. De todas formas, no creo que haya ningún médico disponible en este momento. —Se arrepintió enseguida de haber mencionado el tema. No sabían cuánto tiempo llevaban encerrados allí dentro pero el padre de Reyja ya tendría que haber llegado a la mansión—. Seguro que está bien —dijo, al ver la expresión en el rostro de su amigo—. Lo más probable es que alguien haya conseguido advertirle y...

—No me preocupa él —replicó Reyja con voz hueca, atajando cualquier mención a su progenitor—. Me preocupan Val y Pazme. ¿Qué crees que habrán hecho con ellas?

—Nada —dijo Suke, intentando tranquilizarle—. Retto parecía estar obsesionado contigo, ellas solo estaban por aquí, no creo que les interese para nada. Estarán asustadas, preguntando por ti, pero estarán bien.

Reyja asintió con la cabeza.

—Retto me odia —murmuró—. Es ridículo. Yo tengo miles de motivos para desear su muerte pero él no tiene ni uno solo para hacerme esto —dijo—. Yo no la maté.

«¿A quién?», quiso preguntar pero no lo hizo.

—Supongo que tendría que contártelo —dijo, desviando la mirada—. Creo que mereces saber por qué está pasando esto pero... pero tengo miedo de que me mires como ellos —murmuró. Reyja ya se lo había contado alguna vez, odiaba las miradas de lástima, que le trataran con condescendencia.

—No creo que nada de lo que digas haga que te mire de otra forma —dijo Suke, y deseó que el rubor que sentía no fuera demasiado evidente. Al menos, la insinuación implícita en sus palabras no lo era. «¡Serás tonto!».

—Mis padres no se llevaban bien —dijo Reyja con voz triste—. Quiero pensar que en algún momento, mi padre sintió algo por mi madre pero no puedo asegurarlo. No sé los motivos que tuvo para casarse con ella pero la verdad es que nunca la quiso. Mi madre era poderosa, posesiva y estaba muy enamorada de mi padre. Pero él apenas estaba en casa y, sobre todo al principio, mi madre se pasaba el día llorando. Sé que es una tontería y que después de todo lo que ha pasado debería pensar de otra forma pero yo adoraba a mi madre. Después de todo, era mi madre, ¿qué niño no quiere a su madre? Tengo buenos recuerdos de ella. No muchos, es cierto, pero me obligo a tenerlos siempre presentes, para demostrarme a mí mismo que no siempre fue así.

El Alma en LlamasWhere stories live. Discover now