Capítulo 11: Engranajes

2.9K 184 14
                                    

Hola, soy Bry.  Un pequeño inciso antes de dejaros con el siguiente capítulo.

El archivo de la novela tiene 200 páginas y con estas ya entramos en el último cuarto. Espero que os esté gustando y... bueno, en el próximo prometo cosas... interesantes. ;)

Muchas gracias por leerme. ^_^

***************************************************

La conversación había derivado en una cordialidad hueca en la que el coronel le interrogaba sobre su trabajo, su familia, su hogar... Suke. Kobe intentó centrar la atención sobre temas más paternales, alabando el expediente académico del muchacho y haciendo hincapié en su decisión de estudiar ingeniería aeronáutica. Eludió el tema de su enfermedad en la medida de lo posible, así como su pasado. No pretendía ser más que un padre soltero preocupado por la salud de su hijo adolescente. Tampoco distaba tanto de la realidad.

Y así, entre palabras vacías y anécdotas familiares, los edificios se dispersaban, las calles se ensanchaban y, pronto, a su alrededor no hubo más que la extensa llanura gris que rodeaba Capital. Kobe apretó los puños, nervioso, al ver cómo se alejaban de lo que debía ser su destino y se acercaban cada vez más a una gigantesca mole gris que parecía surgida de la pared de la montaña.

Ese edificio no era el Ministerio.

Con fría educación, Azura le abrió la puerta y le invitó a salir del vehículo. No le pasaron por alto las armas que el teniente llevaba bajo su abrigo, como tampoco pudo ignorar la alta empalizada de alambre que rodeaba el lugar. Sin embargo, no se veía ni un alma. Una mirada más a fondo, le hizo ver que estaba equivocado y que tras esos ventanales había gente que no perdía coba de lo que sucedía allá abajo.

—¿Qué es este lugar? —preguntó.

—Esto, capitán, es nuestra última esperanza —dijo Isaowe parándose a su lado —. Es la clave para la salvación del reino. Ahora lo entenderá todo —añadió al ver la expresión de sorpresa en el rostro de Kobe.

«¿Qué está pasando aquí? ¿Qué pinto yo en todo esto?». Pensó un momento si merecía la pena formular sus preguntas en voz alta pero supuso que, quisiera o no, pronto iba a averiguar lo que estaba sucediendo.

No usaron las grandes compuertas que cerraban la nave y por las que podría haber pasado un dirigible. Utilizaron una pequeña puerta lateral que les llevó por un pasillo estrecho y mal iluminado hasta el corazón de aquel lugar.

Lo que vio le dejó sin palabras.

Ante él se hallaba un ejército de cientos de extraños artefactos, grandes como una casa, dorados y brillantes como el sol, con una forma que recordaba vagamente a una armadura medieval pero articulada con pistones y engranajes. En ese momento no se movían, pero a Kobe no le quedaba ninguna duda de que podrían hacerlo.

Y resultarían temibles.

—¿Qué son... esas cosas? —preguntó con voz temblorosa, modulada por las sorpresa.

—Ya se lo he dicho, capitán, es la salvación del reino. Es nuestro ejército. Un ejército capaz de luchar contra los vincios en igualdad de condiciones. ¿Cómo las llama usted? —dijo, preguntándole a un hombre con bata blanca que caminaba hacia ellos.

—Gólems, Coronel —dijo el interpelado mientras se limpiaba las gafas. Tenía el pelo cano y la mirada cansada. Su rostro parecía surcado por una infinidad de arrugas, más fruto del agotamiento que de la edad. Había cambiado mucho desde la última vez que sus caminos se cruzaron pero... no cabía la menor duda.

—¿Señor Fan-Wolfert? —preguntó Kobe. El hombre alzó una ceja sorprendido.

—Le recuerdo —dijo en un murmullo—. ¿Usted era el... teniente... Aroz?

El Alma en LlamasWhere stories live. Discover now