Capítulo 12: En Carne viva (4ª parte)

2.7K 196 12
                                    

—Quizá tenía que haber usado la puerta —les sorprendió una voz a sus espaldas. Suke se giró con brusquedad y Reyja se incorporó de golpe, poniéndose delante de él en actitud protectora.

Vaio entró por la ventana. La distancia que separaba la pequeña habitación del suelo era colosal pero apenas un salto para un vincio de aire como él.

—No pretendía interrumpir nada —dijo, con afectación fingida—, seguid, seguid...

—¡Vaio! —exclamó Suke, relegando a un lado la vergüenza inicial. Estaba encantado de ver a su... ¿amigo? El vincio sonrió y le hizo un gesto para que se acercara. Suke apartó a Reyja y se acercó al vincio—. Me alegro de verte —dijo.

—Yo también —contestó Vaio con una sonrisa que parecía sincera. Antes de que pudiera hacer nada para impedirlo, el vincio lo atrajo hacia él con brusquedad y le abrazó con fuerza—. No me mires mal —le dijo a Reyja con su habitual tono burlón—. Ahora te lo devuelvo.

Reyja no contestó, pero permaneció a una distancia prudencial, con los puños apretados, presto a saltar ante el menor signo de amenaza. Suke consiguió soltarse de la presa de Vaio que le dejó marchar, no sin antes revolver su pelo con un gesto cariñoso.

—Has cambiado mucho —dijo, con tono serio—. ¿Qué pasó? Y no me expliques la estupidez de que siempre has sido así porque no es cierto. No he dicho nada porque no quería que tuvieras más problemas con Retto pero a mí no me engañas.

—Había una máquina —confesó Suke—. Yo... yo estaba inconsciente —recordó—. Nadie me preguntó pero me metieron en ella y cuando desperté, ya no era vincio pero la máquina estaba destruida y el alquimista que la construyó estaba muerto. No sé nada más, de verdad. Mi padre insistió mucho en que no se lo contara a nadie.

—Entiendo —dijo Vaio frunciendo el ceño—. Esto se está yendo de madre —murmuró para sí—. ¿Sabes cuántos darían cualquier cosa por volver a ser cómo eran? La mayoría tenía una casa, un lugar al que regresar, y ahora, aunque sean libres, siguen sin poder volver. Por eso a Byro no le interesa que se sepa que existe esa máquina.

—¡Pero no existe! —exclamó Suke—. ¡Se destruyó!

—Pero sabrán que es posible. Y si pudo hacerse una vez, podrá hacerse otra. Solo hay que verte para saber que es posible. Por eso ponía tanto empeño en ocultar tu existencia —murmuró.

—Pero no funcionó del todo, lo has visto esta tarde —recordó Suke—. Has visto cómo me transformaba. Está volviendo —dijo en un hilo de voz—. Tarde o temprano volveré a convertirme. —Pero no era momento de pensar en eso. Había tiempo para preocuparse de su problema cuando hubiera solucionado los otros. La presencia del vincio podía ser la oportunidad que necesitaba para salvar a Reyja— ¡Vaio, tienes que hablar con mi padre! —le pidió— ¡Tienes que decirle lo que pasa aquí, tiene que ayudarnos!

—No sé quién crees que es tu padre, Suke —Su expresión burlona se había disipado y cierta sombra de amargura impregnaba su expresión—, pero no es una persona muy comprensiva. Le importa una mierda lo que está haciendo Retto. ¿Crees que no lo sabía? ¿Crees que no sabía qué pretendía hacer con el joven marqués? —dijo, señalando a Reyja—. No le conoces, no tienes ni idea de cómo es. ¿Crees que hará una excepción solo porque seas su hijo? A él solo le importan sus planes y su... idea de justicia.

—¡Me lo debe! —exclamó Suke, alzando la voz—. No... Puede que no lo haga por mí, pero... pero me lo debe. ¡Joder! ¡Me lo debe! ¡Todos me lo deben! Por favor, Vaio —añadió tras una pausa para recuperar la respiración. El arrebato le había dejado casi sin aliento y le costaba mucho respirar—, tienes que decírselo.

El Alma en LlamasTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang