Capítulo 4: La familia del Marqués (4ª parte)

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He tenido algunos problemas con la configuración de edades del Wattpad. La cuestión es que la valoración de PG-13 me parecía un poco suave (yo diría que es para lectores de unos 15 o 16 años) así que, supuse que la R significaba para adultos. Esto no es así. La clasificación R es la equivalente a la X en mi país (España) y eso hace que la novela desaparezca automáticamente de todos los motores de búsqueda. Cuando me he dado cuenta de mi error y he intentado solucionarlo, no ha habido forma ya que cuando algo es etiquetado como R no deja de ser R nunca. Por ese motivo he tenido que borrar todo lo subido hasta ahora y volver a subirlo desde el principio, perdiendo lecturas y comentarios.

Ruego que me disculpéis si esto os ha ocasionado algún problema. Como pequeña penitencia, subo la parte final del capítulo. Disculpad la novatada.

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No sabía de qué se extrañaba. Su padre lo había dispuesto todo para ponerle a prueba, esta vez, ante sus nuevos vecinos. Reyja no tenía ganas de pelear, había pasado una magnífica tarde en buena compañía. Solo había sido hacer los deberes, nada más, pero las conversaciones intrascendentes habían supuesto un bálsamo para unas heridas que no sabía que tenía y ahora, le dolía demasiado volver a enfrentarse a la realidad. Mañana, vería esa mirada en los ojos de Suke y sabría que su refugio había desaparecido.

Alguien llamó a la puerta y Reyja estuvo a punto de gritar un juramento cuando una voz le detuvo.

—Soy Suke, ¿puedo entrar?

Reyja se levantó de la cama sorprendido. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que su habitación no era el sitio indicado para recibir a nadie. Ninguno de los criados entraba a poner orden, y Reyja se tomaba muchas molestias en destrozarlo todo de vez en cuando. El suelo del dormitorio era algo que existía debajo de los libros, la ropa y diferentes objetos que misteriosamente abandonaban sus estanterías para unirse al caos, muchas veces, en forma de fragmentos diseminados.

—Adelante —dijo Reyja, arrugando la nariz. Era un poco tarde para ponerse a ordenar.

La puerta tropezó con una silla y Suke asomó la cabeza por la abertura antes de que Reyja pudiera abrirla por completo.

—Despide a la criada —sentenció Suke al ver el panorama. Reyja se rio ante su reacción y negó con la cabeza.

—Aquí no entra ninguna —dijo—. Me tienen miedo.

—¿A ti o al monstruo que vive debajo de eso? —exclamó su amigo.

—Puede que a ambos —admitió, divertido—. ¿Qué haces aquí? ¿Ya ha acabado la cena?

—Cena con espectáculo; muy entretenido —murmuró Suke—. Pero no me he quedado para ver el final.

—Pues te habrás perdido toda la parte de revelaciones y...

—No me interesan —dijo Suke con desgana limpiándose las manos de polvo. Algo del suelo llamó su atención, se agachó un momento y rescató su viejo violín bajo la montaña de camisas—. Vaya, así que tocas el violín.

Reyja lo cogió y lo dejó encima de la mesa.

—Cosas de mi madre —explicó—. Decía que la única forma de valorar un buen concierto era tener una mínima idea de lo mucho que cuesta tocar un instrumento, y decidir si la persona a la que has pagado por escuchar es capaz de hacerlo mejor que tú. Un poco pretencioso —dijo, encogiéndose de hombros. Hacía mucho tiempo que no explicaba anécdotas de su madre. También hacía mucho tiempo que no recordaba cosas así.

—Tiene sentido —dijo el joven—. ¿Ya no lo tocas? ¿Demasiado difícil?

—No —negó Reyja con una sonrisa burlona—, demasiado fácil. Cada vez que escuchaba a alguien decía: «yo puedo hacerlo mejor» y el concierto dejaba de tener gracia. Era un niño bastante insoportable.

El Alma en LlamasWhere stories live. Discover now