Capítulo 3

2.1K 155 14
                                    


Un mes.

Un mes desde que estoy aquí y sólo he soñado dos semanas con aquello. Es un gran progreso; pasar de tener pesadillas día sí, día también, a tenerla solo unos pocos días es lo mejor que he conseguido hasta ahora.
La terapia es agotadora, pero muy efectiva. El momento más difícil fue aquella vez en que tuve que nombrar las cosas que activan mi reacción, lo que estimula los ataques. No es sólo la visión de la sangre, sino también su olor y el color rojo en cantidad abundante. Incluso hubieron momentos en los que los zapatos pequeños, los zapatos de niña más específicamente, desencadenaron ataques.

Ahora me encuentro en el consultorio de Yuu Shiroyama, luego de algunos ejercicios, contándole acerca de mis absurdos métodos para mantenerme lejos de las pesadillas.

—Así que, cuando estabas en Francia, ¿salías de fiesta para no dormir?

Sé que suena loco, pero estamos hablando de mí, y es obvio que yo hacía locuras. En esos tiempos era menor de edad y salir a beber con apenas dieciséis años es ilegal en Francia y casi todo el mundo.
Voy a contarte sobre mi famoso mecanismo de defensa: Salía de fiesta y me emborrachaba, volvía a casa en un estado deplorable y me tiraba a dormir, incluso arriesgándome a morir ahogada por mi propio vómito. Cuando despertaba, no recordaba nada de lo que había soñado. Las fiestas eran una excusa perfecta para beber, y cuando mi madre se dio cuenta de que me escapaba, me prohibió salir. Nunca supo que lo hacía por mi necesidad de escapar de las pesadillas, hasta que una noche me oyó gritando en sueños y me obligó a contarle lo que pasaba en él.
Las cosas empeoraron con el tiempo, creo que ese fue el punto en donde se dio cuenta que mi estado no era normal y que aquellos recuerdos me estaban consumiendo, o tal vez se cansó de despertarse por las noches a causa del escándalo que hacía, y le pidió a mi abuelo que nos consiguiera una casa en otro país donde pudiera tener un tratamiento.

Así fue como llegué hasta aquí. Es mi tercer semana con la terapia y ya puedo asegurar que nunca más volveré a esos métodos para ahuyentar los miedos. Ahora sé que hay otras salidas, otras maneras de enfrentarlo, y es gracias a él.

[ . . . ]

¡Por fin viernes!

Miro el reloj por décima vez en lo que va de la mañana. Tenemos un descanso de media hora antes de ingresar a la siguiente clase, así que tengo planeado utilizar ese tiempo en responder los mensajes de algunos conocidos de Francia y distraerme un poco de... todo esto.
A pesar de que me agrada la compañía de Takanori y Kouyou, quienes ahora prefieren que los llame Ruki y Uruha respectivamente, aún no me acostumbro a la idea de que sean cercanos al doctor Shiroyama. Uruha dijo que lo conoce desde pequeño, y Ruki no ha hablado mucho, solo dijo que él los ayuda de vez en cuando con la producción musical de la banda.
Aún tengo miedo de que pregunten o se enteren de mi problema. No deben saberlo, es por eso que me preocupa que sean amigos.

Me quedo con la mirada perdida al darme cuenta que es viernes... Y tendré que visitar nuevamente al doctor. Mi corazón, inexplicablemente, comienza a latir con fuerza ante este pensamiento.

—Señorita Takarai, ¿podría usted prestar atención?

Envalentonada, levanto la mirada y asiento cuando la profesora me llama la atención. La verdad es que odio matemáticas, ¿por qué tiene que ser tan difícil? Estoy segura que jamás en la vida usaré estos conocimientos y tampoco estoy segura de recordarlos. Además, no entiendo absolutamente nada de lo que intenta explicar.
Diez minutos después la profesora se despide dando por finalizada su clase. Salgo a dar una vuelta con Ruki y Uruha mientras toco la pantalla de mi teléfono para responder mensajes. Los chicos se acomodan en el césped y los imito, entusiasmada porque Uruha ha traído un paquete de Lay's para mí.
En poco tiempo hemos aprendido bastantes cosas sobre nosotros, y una de ellas es nuestros gustos en la comida: Amo las papas fritas, podría comerme una fábrica entera de ellas.

Un suspiro y mil disparos | the GazettEWhere stories live. Discover now