Capítulo 6

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No se cómo logro bajar las escaleras con las botas de diez centímetros y este increíble mareo, pero llego abajo intacta, aunque mi corazón parece quejarse del dolor que le ha provocado el rechazo.
Es que no lo entiendo. Sé que soy una chica de casi diecinueve años y que puedo ser algo joven para él, pero ha hecho cosas que me confunden, y eso que ha dicho antes de obligarme a bajar... Probablemente lo estoy malinterpretando. Mierda. Por lo menos puedo excusarme diciendo que estaba muy ebria y no recuerdo nada.

Busco a Reita con la mirada pero no logro verlo. La sala da vueltas, el piso se mueve, las luces me hacen mal y el alcohol en mi cuerpo está dándome ganas de vomitar. Además, hace calor y hay mucha gente aquí.
Empujo a varias personas hasta llegar a la barra, donde pido un Daiquiri fuerte y me siento en un taburete. No me importan las arcadas que me provoca el aroma del alcohol, sólo deseo seguir bebiendo, por lo que termino el vaso al instante y pido dos chupitos. A la mierda la advertencia de mi madre.

—Mickaellie, ¿dónde estabas? —pregunta mi rubio amigo apareciendo a mi lado.

—Por ahí. Necesitaba aire fresco —me excuso y sonrío como si todo estuviera bien, apoyando mi mano en su brazo—. ¿Brindamos?

Reita toma un chupito de vodka y a la cuenta de tres lo bebemos. Dejo el vaso vacío en la barra y sonrío aunque esté mareada y confundida. Intento acomodarme en mi asiento y éste tambalea un poco hasta que el rubio se acerca a sostenerlo y soy obligada a mantener el equilibrio aferrándome a sus hombros. Subida en el taburete, estoy exactamente a su altura, por lo cual tengo la oportunidad de mirarlo más a detalle incluso si mi vista está borrosa y mi mente no tan clara.

—Abrázame, estoy cansada.

No sé qué me pasa. Realmente el alcohol está surtiendo efecto y ahora me siento muy pesada como para soltarlo; mi cabeza descansa en su hombro mientras cierro los ojos y pienso que en cualquier momento voy a quedarme dormida. Hacía tiempo que no bebía tanto.
El rubio me abraza también y es reconfortante, tan cómodo... Sus brazos fuertes... Maldita sea, ¿por qué estoy suspirando? Su respiración se siente cálida sobre mi cuello y me estremezco involuntariamente. Mi mente está nublada, digo algo incoherente y al segundo siguiente sus labios vagan con suavidad sobre mi piel.

—Reita...

Mueve los labios lentamente y me abandono ante tantas sensaciones. Es delicado y agradable, aunque sé que esto no debería estar sucediendo. Quiero echarle la culpa al alcohol y a mis hormonas, dejarme llevar y no sentir culpa. Quiero... Quiero imaginar que es Yuu quien me está haciendo esto.

—Debo detenerme. Lo siento

Me niego a que pare, sin embargo él ya está bastante lejos de la zona de peligro y yo estoy lo suficientemente alcoholizada como para decir o hacer algo al respecto. Intento entornar la vista, y aunque no logro distinguir bien, lo acerco a mí nuevamente para probar sus labios. Él accede de manera dudosa, e incluso ríe por mi torpeza al notar que nuestros dientes chocan. Nuestras lenguas se encuentran y abro mi boca para darle paso. Entonces, se detiene abruptamente.

—De acuerdo, hasta  aquí está bien. —Reconozco que la voz de mi mejor amigo está cargada de culpa—. No quiero que mañana despiertes y pienses que me aproveché de ti.

Asiento y levanto la cabeza para tomar un poco de aire, aunque lo único que logro es sentir cómo mi corazón se encoge al notar al moreno observándome desde arriba. Me ha visto, ¿qué se supone que debo hacer ahora? ¿Esto está bien o debería preocuparme?
En mi mente hay algo que me inquieta, pero a la vez solo puedo pensar en que él me ha rechazado antes y no hay nada de malo en lo que estaba haciendo.

Un suspiro y mil disparos | the GazettEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora